Se me estaba entumeciendo el trasero, llevamos tres horas sentadas y yo no entendía como es que tenia suficiente energía para esto. Kelsey me tiene aquí con ella mientras esta haciendo una actividad con chicos de su grupo, estoy aquí para hacerle compañía. Hemos intercambiado un par de palabras e incluso me ha contado varias cosas que parece no molestarle que el resto lo escuche, pero tengo que moverme o mi espalda y mi trasero lo lamentarán.
Intento no llamar la atención del grupo al momento en que me levanto, pero la silla se termina arrastrando y hago más ruido del que pretendía. Suspiro al momento que Kelsey cruza miradas conmigo. Mierda.
—¿A dónde vas? —cuestiona cruzándose de brazos.
—Tengo algo que hacer Kel —menciono tomando mis cosas— Se me hace tarde.
—¿De qué hablas? —no oculta su confusión al mirarme— ¿Tarde para qué?
—Nos vemos luego —me despido del grupo y de mi amiga con un movimiento de mano.
Me doy media vuelta y comienzo a caminar con el atardecer de un lado. Entro al edificio y cierro la puerta detrás de mí, recorro con la mirada el pasillo y no hay nadie, camino y volteo hacia un lado en cuanto la puerta de la bodega aparece. Entrecierro los ojos y muevo la cabeza negando al recordar lo que encontré ahí. Más allá de esta, de encuentra la hilera de camerinos, de igual forma haciendo que un recuerdo se me venga a la mente haciéndome sonreír.
Continúo caminando, llegando a mi destino. Mis pasos resuenan por todo el lugar, sigo caminando hasta llegar al centro y me agacho para sentarme en el borde del escenario dejando que mis piernas cuelguen de este. Miro los asientos frente de mí, se sentía intimidante y a la vez este lugar me traía tanta calma. Era increíble como un lugar tan grande podía estar un momento repleto hasta llegar a sentirse abrumador y al siguiente sentirse tan vacío y callado.
Había llegado antes al taller por eso no habia nadie aquí, es el primer día de regreso y el campus es un caos. Nuevas clases, nuevos profesores, todo el mundo, principalmente los de primeros semestres estaban por todos lados. Para mí no lo era ya que conocía a todos aquí, después de todo me encontraba en mi sexto semestre de universidad.
Regresar a la rutina se sentía extraño ya que, si bien en el campus seria lo mimo, ir a clases y después al taller, hay cosas nuevas. Desde regresar a casa hasta tener demasiado tiempo libre, por eso había estado como estatua junto a Kelsey por horas, pero habia tenido suficiente de eso y la única opción que me quedaba es llegar una hora antes. Nada se sentía igual, ni siquiera estar aquí y eso que aún no llegaba nadie. Me aterra la idea de que debía acostumbrarme a ello, aunque sabía que me costaría procesarlo y tal ves me tome un tiempo, pero solo esperaba que no fuese imposible.
Saco mi teléfono de mi pantalón junto a una caja que sinceramente no esperaba.
Esta mañana, Gabriella me dijo que habían traído algo para mí y me dio una caja pequeña, del tamaño de mi mano. No entendía que era, no tenía nombre ni nada, así que la abrí, sin poder creer lo que habia dentro.
ESTÁS LEYENDO
No me digas adiós [1]
RomanceCallie es una chica cuyos problemas los podía contar con los dedos de su mano, inteligente, divertida con complejo de comediante y siempre ha mantenido un perfil bajo en la universidad, hasta que él llega y la saca de su zona de confort. Jamás se vi...