Carta

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Querido Ares

Me dijeron por ahí que se me da escribir, solo espero que no me hayan mentido porque entonces no saldrá bien y esto será en vano, pero bueno... ese no es el punto.

Hay demasiadas cosas que quiero decirte y no sabía cómo hacerlo porque a veces tenemos tanto que decir que no tenemos idea de cómo expresarlo y resulta medio enredado. Si somos sinceros, sé que a veces puedo decir mucho al mismo tiempo, pero intentaré comenzar por algo.

Empecemos porque siento que no había dicho suficiente, principalmente porque la mayor parte del tiempo lo paso dentro de mi mente, sobrepensando todo, creando eventos catastróficos o simplemente pensando mucho, aunque a veces sea impulsiva, también hay cosas que no hago porque me autosaboteo. En fin, te escribí esto esperando que cuando lo leas estés muy lejos de aquí o dentro del avión si no te pudiste esperar a leerlo, pero me entiendes, lejos.

Te contare algo, resulta que cuando tenía siete años me costaba relacionarme con niñas de mi edad, era muy tímida y no nos gustaban las mismas cosas ni teníamos los mismos pensamientos sobre las cosas. Me gustaba jugar con las princesas y todo ese rollo, pero me cuestionaba constantemente porque todas necesitaban de un príncipe que las salve en cada una de ellas. Esa duda llego hasta mi mamá la cual me respondió diciendo algo como que nosotras somos capaces de todo por nuestra cuenta y que a veces los príncipes nos ayudan en cosas que vemos de diferentes maneras, no es que no podamos sino que a veces se requiere de quien piense diferente a ti y puedan resolver las cosas.

A esa edad no entendí a lo que se refería porque pensé que no había contestado mi pregunta, pero ahora esa frase tiene un poco de sentido. No necesitaba a quien fueses igual a mi, esta bien que tuviéramos nuestras diferencias siempre y cuando estuviéramos  bien juntos. Todas las películas que hablan sobre un cuento de hadas tienen el mismo patrón y sabía, a muy temprana edad, que mi vida se vería afectada por un hombre, para bien o para mal, simplemente llegaría.

Y sucedió.

Hay una pequeña lista de hombres que han estado en mi vida y no es que lleve la cuenta, tranquilo, solo mencionare aquellos que han marcado mi vida. Como cuando todo esto inicio, a los catorce con mi primer beso, era un chico mi clase y solo paso porque todos estaban presionando para que nos diéramos un beso, después de eso salió corriendo dejándome confundida dentro de un círculo de diez niños mirándome. No fue bonito, ni mágico, mucho menos sucedieron esas cosas que habia visto en películas de que era tierno y salían volando corazones por todos lados porque apenas y se rozaron nuestros labios. Meses después de eso tuve mi primer novio que fue todo un fiasco porque solo nos veíamos en la escuela y tomaba mi mano en el almuerzo, no sabía cómo funcionaba eso de estar en una relación y el día que se animó a besarme, un profesor nos vio y nos suspendieron.

A los dieciséis tuve un novio oficial y con el tuve demasiadas primeras veces, estaba locamente enamorada, tal vez porque era un año mayor o por el simple hecho de que fue mi primer amor, el cual se llevó todo de mí, hasta mi timidez. Un año de mi vida estuvimos juntos ya que cuando comenzó la universidad me dejó y así fue como también tuve mi primera ruptura amorosa que fue lo peor por lo que había pasado a esa edad.

Después de eso mis relaciones se convirtieron en cosas momentáneas ya que, a esa edad, nadie quería algo serio y estando en último año de preparatoria haces demasiadas cosas que según mis amigas, estando en una relación no podrías hacer. Por lo que las esperanzas de que un príncipe azul llegara a mi vida se habían ido y así fue como no volví a tener una relación sana o estable. Pase por cosas que sé que todos en cierto punto experimentamos o eso quiero pensar, comenzando porque me engañaron y sufrí mucho, fue mucho de aprender con ensayo y error porque yo no hacía nada para que eso no pasara por el simple hecho de que estaba segada por los hombres y me sentía insuficiente e incapaz de conseguir a alguien más y tuve el tonto pensamiento de que "todos los hombres son iguales" y sé que no es así. Pero en ese entonces no me cuestionaba mucho esas cosas porque sabía que eran parte de mi vida, de nuevo para bien o para mal, ahí estarían.

No me digas adiós [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora