Capítulo 1: siempre quise ser como tú

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Era caluroso, el sol resplandecía en el punto máximo del verano para provocar muchas molestias en las personas que caminaban por las calles, algunas cubriéndose de él con un sombrero; pero ni el sol tendría tanta importancia para Midoriya como la que esos cuatro niños del parque representaban.

—Eres muy cruel Kacchan ... ¿No puedes ver que está llorando? —Habló un pequeño niño un segundo después de tomar el aliento y el valor necesario para decirle—. Si sigues así ... ¡N-¡n-¡nunca te lo perdonaré!

Detrás de él se encontró otro niño, asustado y con lágrimas en los ojos se intentaba levantar del suelo al que los tres abusivos que tenían delante lo que estaba tumbado con ego. Katsuki Bakugo era un niño como muchos, con una peculiaridad fuerte y destacable de los demás, al igual que su rara manera de actuar pese a tener el sueño de ser un gran héroe, el número uno para ser más exactos.

—A pesar de no tener peculiaridad —después de tomarse el tiempo de sorprenderse ligeramente por la actuación de Izuku, el rubio sonríe con disimulo y hace sonar una pequeña explosión en sus nudillos cuando los estrello con su palma—. ¿... Pretendes convertirte en un héroe deku?

los otros dos, uno extendiendo sus alas, y el otro sus dedos para hacerlos parecer como una larga cabellera, acompañan al rubio a oponerse dejar su diversión de lado, e Izuku nota con miedo que sus tres amigos arrancan contra él para que terminase igual que quien defendió. Izuku no puede hacer más que solo tragar aire con pánico, no necesitaba ser un genio para que supiese que su peculiaridad no aparecería en un momento tan oportuno como ese, o cualquier otro.

"Los humanos no somos iguales al nacer" pensaba el peliverde, a la vez que recordaba cómo sus ojos dolían por la molesta luz del sol que contemplaba desde el suelo luego de ser apaleado por Katsuki y sus amigos. "Esa es una realidad de la sociedad que aprendí a la temprana edad de 4 años"

Hoy no había sido un buen día, de hecho, no recuerda cuando lo fue. Katsuki se había pasado de la raya esta vez. Podía tolerar el hecho de ser la burla de sus amigos por no sobresalir como ellos lo hacían gracias a su peculiaridad, pero no podía tolerar el hecho de que Bakugo tiró su preciado cuaderno por la ventana, después de rostizarlo, y que tuviera el atrevimiento de decirle que no intentase la oportunidad de lograr su meta. No podía hacerlo.

—No es comida para peces... estúpido —dijo él, encontrando su valioso cuaderno en medio del hogar de unos peces—. Es mi cuaderno... estúpido...estúpido bastardo...

Con un toque melancólico en su garganta, toma aire como puede y recoge su cuaderno de los mordiscos que los peces le daban. Ya era hora de volver a casa, todos lo estaban haciendo y no tenía por qué quedarse, nadie le iba a esperar o le estarían esperando. Mirando su cuaderno en un silencio incomodo, caminaba a paso lento en dirección a su hogar, recordando involuntariamente la noche en la que se quedó viendo el video de Nana Shimura salvando a cientos de personas de una catástrofe, un video bueno en un mal recuerdo, malo por las lágrimas que salían de sus enrojecidos ojos para manchar su sonrisa.

—¡Lo siento Izuku! —después de que el medico se lo confirmase y de que Deku tuviera más claro que el agua que su particularidad jamás llegaría, se dedicó a observar el video de su heroína preferida todo lo que quedaba del día—. Lo siento... lo siento tanto...

Su madre era la única en casa disponible para consolarle, quién sabe qué fue de su padre, no lo veía desde hace mucho; sin embargo, aun si era la única, no lo estaba haciendo del todo, y no por el hecho de que compartiera el llanto y el lagrimeo, sino por el hecho de que le mencionó lo que menos quería oír su hijo.

—¿Eh? ¿Midoriya? ¡Imposible!

—¡No puedes ingresar al curso de héroes solamente estudiando!

—¡Ya no tienen esa regla!

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora