Capítulo 11

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—El equipo de héroes... ¡GANA!

Se escuchó momentos atrás. La voz de Nana resonó en todo el ambiente de la sala de espectadores y en el lugar del combate.

Ahora ella estaba en el piso dañado, donde Katsuki fue imprudente con ese ataque mortal. Midoriya y Uraraka salían del lugar junto con Lida, festejando levemente. La chica del pelo castaño sentía nauseas recorriéndole la garganta y no podía caminar de manera adecuada. E Izuku no tuvo problemas en llevarla recargada sobre su espalda.

—Míraaalo... le gusta tocar las piernas... —pensó Nana, notablemente irritada al verlos marcharse del ambiente. Pero trató de no prestarle mucha atención. Comprendía que en el trabajo de héroes eso era casi usual y que otros asuntos requerían más de ella. Aun así, ello no evito que sintiera un pequeño hormigueo en la espalda.

Volteando su mirada desagradada, se colocó un ceño inexpresivo forzosamente y caminó donde Bakugo.

La mano le temblaba, su mirada estaba perdida y en sus costillas un ardor poco soportable lo torturaba con delicadeza. Recordando esas patadas, esos ataques a sangre fría que con los ojos y sonrisa excitada le impactaron, se sobó el pecho. Su corazón galopaba desenfrenado.

—Me venció... deku... me ha vencido —murmuraba desesperado. De solo la mano pasó a ser el cuerpo entero. Ligeras chispas en sus manos le hicieron sentir un hediondo olor en su nariz.

Todavía recordaba todas esas palizas, sus suplicas, ¡Su inferioridad! Y esto, esto no era lo que esperaba. Si alguien le hubiera dicho el desenlace de todo, o hubiera tenido una pesadilla de ese día se hubiera matado a carcajadas. El momento era real, lo vivió en carne propia y... no estaba riendo.

En cuanto la respiración se le comenzó a poner problemáticamente agitada.

—Vuelve joven Bakugo —Nana actuó tan amable como su autocontrol le permitiese. Le tocó el hombro para intentar calmarlo. —. Es hora de ver los resultados. Aún si ganas o pierdes, mirar atrás y aprender de la experiencia es parte de la vida.

El rubio no se molestó en responder si quiera un "sí", pero las palabras de su anhelante maestra consiguieron calmar su galopado corazón.

Al finalizar las pruebas todos regresaron a casa. En el día siguiente los reporteros atacaron estando ellos desprevenidos en la entrada. Momo presentó calma ante las cámaras, igual que Midoriya.

En el salón con el profesor Aizawa, todos estaban en silencio esperando sus palabras.

—Buen trabajo ayer en el entrenamiento de combate —dijo él, tan inexpresivo como siempre—. Vi el video y los resultados. Bakugo. Eres talentoso, pero no actúes como un niño.

La reprendida que le dieron no era igual a una de mamá, o papá, estaba en la U.A, frente a un profesor más que capaz de romperle el hocico si así lo quisiera, debía comportarse o no llegaría a cumplir sus metas.

—Lo sé —masculló.

—... Y Midoriya —luego llamó al peliverde atrás de Bakugo, que se dignó a devolver la misma aburrida mirada.

—¿Sí profesor? —preguntó. Su tono fue tan soñoliento como de costumbre.

—¿Puedes controlar tu peculiaridad? —devolvió—.... No te veo con un hueso roto. Y en el video resaltaste una velocidad espectacular. Me intriga saberlo.

Izuku se quedó pensando un momento. ante la atenta mirada de todos que lo contemplaban con ojos entre alegres, empezando por Momo, hasta desprecio, terminando en Katsuki.

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora