Capítulo 21

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¡Hola a todos y todasss!
Sí, sí, ya sé que ando retrasado con el capítulo, pero es que me he tomado un buen tiempo para planificar una historia casi totalmente desapegada de la línea original de Boku No Hero Academia. Sin mencionar que este capítulo es casi cuatro veces más grande de lo habitual (No quería dejarlo a medias). Ahora, antes de empezar, debo decir que puede que hayan leído historias similares anteriormente, yo he leído un par, pero prometo que esto no será igual. Se me han ocurrido muy buenas ideas para el trayecto de esta obra y entre ellas ya he mencionado un par anteriormente. Daré mi mejor esfuerzo por mantenerlos entretenidos y espero que os guste este cambio que he decidido tomar. A su vez espero puedan comprenderme. Hago lo que puedo para escribir. Pero no seguiré molestándolos más. Espero me comprendan y aquí les dejo el cap 21 de Mi Perfecta Casualidad. Que lo disfruten. Recuerden tomar aguaaa.

Aquella puerta pequeña por la que se había introducido en aquella sala tenuemente destellante, se había abierto lentamente. Al estar abierta en su totalidad, Midoriya sale muy apresurado en 4 patas. Estando fuera, tomó tanto aliento como pudo, y con su camisa manchada de sudor, abandonó lleno de pavor la sala del director.

—Qué tristeza —murmuraba Nezu.

El ratón seguidamente también dejó su habitación. Llevaba una mirada sombría. Esa característica sonrisa que siempre poseía había dado una vuelta de 180 grados. La mueca era terrorífica para cualquiera.

Con calma, presionó su palma. Esta retrocedió e hizo un click. Un botón oculto muy interesante. 

En los celulares de cada profesor de la U.A resonó una alarma. 

—Qué curioso. Nezu no usa esto desde que casi se ahoga con su sandwich hace tres semanas. 

Las palabras de esa mujer sonaban divertidas. Aquella llamada podía ser modificada para solicitar la presencia de uno, o de toda la U.A. Había pedido su ayuda anteriormente, y para ella era un caso demasiado serio. Pero usar esa cosa para comunicarse, fue exagerado.

—Mejor me apresuro.

Aún era considerablemente temprano. Midoriya jamás le comentó que fuese alguien madrugador. Si pensaba positivamente era probable que hoy tuviese una razón para hacerlo.

Entrecerrando sus ojos por el violento viento que golpeaba en su rostro, Nana apresuró el vuelo con una sonrisa.

Al llegar, notó que los alumnos de la academia empezaban a entrar en pequeños grupos para buscar sus casilleros. Saludó a un par. Aún creían que tenerla a menos de un kilómetro era un sueño hecho realidad. 

Buscar la única puerta con tamaño común para estándares humanos no era muy complejo, pues incluso se diferenciaba de la de los maestros, que eran significativamente más grandes. La estaba visitando muy seguido desde el último mes. Su mejor amigo prácticamente vivía ahí, dentro de su centro de trabajo para fortuna suya. Mientras la abría, rememoró uno de los momentos más difíciles de su vida. Confesarle que tenía una relación romántica con un chico que bien podría ser su hijo no causó un impacto tan notable en el ratón. Pocas cosas lo conseguían. Le reclamó calmadamente la diferencia de edad, lo que sucedería si la audiencia se enteraba y otras cosas más que por supuesto no pasó por alto. Fue extraño para él saberlo, pero por su mejor amiga trató de verlo con buenos ojos. Era sencillo si tomaba en cuenta que desde que murió Toshinori, Nana no se había fijado en ningún otro hombre. 

Shoto Todoroki en sus momentos posteriores al festival deportivo de la academia, impresionó de sobremanera a su familia, su hermana sobre todo, permaneció en un estado pétreo cuando notó que su pequeño hermano menor le preguntó cosas sobre su día. Su hermano mayor tuvo una reacción parecida, pero supo verlo con buena cara para hacer de esa noche la más duradera que pudiese. Sería un buen recuerdo y nada le aseguraba que se volvería a repetir. 

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