Llegar nuevamente a la base fue menos complicado de lo que resultó el escape. Kurohigi los sacó tan pronto como Aiko se presentó ante su señora, o una ilusión holográfica de ella. Izuku poseía pocas ideas respecto a lo que hizo. Era increíble, sin embargo, mucho más lo era el chico, que desde que llegaron y pasaron esas enormes puertas de la entrada, no había mencionado palabra alguna. Cosa rara, considerando que desde que se conocieron por primera vez, no dejaba de parlotear cualquier cosa que se le ocurriese, fuera estúpida, coherente, o una completa locura.
—Detecto altos índices de estrés recargados sobre usted, joven Cross. No se detienen. ¿Desea que expulse esporas para contrarrestar el malhumor?
—¿Eso bastaría?
—Podría explicarle qué contienen. La Brava y el señor Toshinori Yagi me programaron para cualquier escenario tedioso en su impredecible mente.
—No. Déjalo así. Prefiero quedarme con este sentimiento. Y tampoco deseo recordar clases de química ahora.
Intercambió Midoriya con su máscara. Empezaba a tomarla como un ser vivo más. Su programación estaba diseñada para ello.
—¿Puedo hacer algo por aliviarle?
Izuku mira de reojo a Keitaro Akiyama, a su actual indiferencia ante el nuevo escenario que le rodeaba, y su... ¿aburrimiento? Era difícil leerle, siempre lo fue.
—Háblame más de su peculiaridad.
—Por supuesto. El señor Toshinori programó un informe donde redactaba cada mínimo detalle del joven Keitaro.
—¿Te otorgó esa información?
—Supo que vuestra curiosidad no conocería límites al presenciar las anomalías que dicho joven provoca con solo parpadear.
—Me aterra ver cuánto me conoce.
—El señor Toshinori es muy similar a usted en ese sentido. Le gusta estudiar a las personas, pero no se contenta con analizar su mera peculiaridad, él va a terrenos psicológicos y emocionales, puede predecir todo lo que la persona en quien se enfoca hizo, y hará.
—Qué novedoso...
Ironía salía de sus murmullos.
—Retomando el tema, joven Cross: el joven Keitaro posee una de las peculiaridades más surrealistas de los tiempos, su padre, Yoriichi Akiyama, poseía la peculiaridad de transformación, podía moldear todo lo que él tocara, tanto física como químicamente. Y su madre, Aoi Fukui, era capaz comandar con la mente cualquier cosa viva, o no. Algo parecido a lo que la actual heroína Star and Stripe hace.
—¿Creaba... reglas?
—No como tal. Según los registros, Aoi era una chica tranquila de corazón puro que no le gustaba la violencia, la explotación de su peculiaridad nunca se dio, la empleaba usualmente para dar vida a cosas inanimadas unos cortos momentos. En términos muy simples y rústicos, era telequinesis muy avanzada. Yoriichi era un caso similar, no fue fan del heroísmo, veía el lucro en convertir piedras comunes en oro, o el carbón en diamantes, por lo que creó un pequeño negocio del que su familia se sustentó hasta el día de hoy, el día de su muerte a manos del joven Keitaro.
—¿Algún hermano?
—2, una menor, de 2 años, y un hermano mayor de 17 que heredó la peculiaridad de su madre. Nada resaltante en ellos.
—keitaro posee la mutación resultante de ambas peculiaridades. Pero aún así... lo que puede hacer es demasiado... inverosímil. Aún tras lo que me contaste, me resulta complicado creerlo.
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Mi Perfecta Casualidad
Fiksi PenggemarIzuku Midorilla no pidió nacer sin peculiaridad, no pidió esas burlas tan fúnebres como cualquier mañana en la que se levanta con pesar para recibir esas malditas miradas. Lo que era su sueño, está comenzando a dejar como tal, un simple sueño, pero...