Capítulo 27

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Hola chicos, ¿cómo están? siento la demora. Hay algo que debo confesar, y es que en estos últimos días han pasado tantas cosas que, de verdad, me han abrumado demasiado. No me siento bien y lamento si el capítulo no es tan especial como debería, o tan largo como alguna vez prometí. Hice lo que pude para traerselos. Es probable que me dé un tiempo de esto de la escritura. Les juro que no me siento del todo bien, y pido disculpas si esto a alguien le molesta, es solo que de verdad, necesito tiempo. También quería comentarles que ando trabajando en un proyecto para publicar un libro de mi autoría en Amazon, espero tener su apoyo, amo hacer esto, pero eso al igual que esta historia que me ha encantado escribir, mi proyecto también deberá esperar. Siento mucho todas las molestias que les he causado con la espera y si les parecía que los episodios a veces no tenían demasiado esfuerzo por mi parte. Lamento todo esto y espero que puedan comprenderme, esto es tan jodido... de verdad. Pero bueno, ya no los entretengo más, y espero que les guste este, algo corto capítulo 27 de MI PERFECTA CASUALIDAD. Espero que sea de su agrado


4 pm. El humor estaba por los suelos, las ansías de saborear el dolor para permanecer lo suficientemente cuerdo se mantenían elevadas. El día siguiente sería uno de total cambio para él y muchos más. Con solo mencionar que se saltó el desayuno y el almuerzo, y probablemente haría lo mismo con la cena, para no sentir nada más que su agitado corazón, da una imagen de cuán grandes eran sus nervios. Era hipócrita con todo lo de sí mismo, el dolor le llevó hasta ese punto, y es el dolor el que lo mantenía sujeto a las órdenes de su líder para que cuando saliera, no asesinara a nadie más.

—Un minuto. Es todo lo que te doy. Puedes empezar cuando quieras —le indicaron.

Midoriya entonces se dejó caer, aparentemente, su cuerpo se entumeció bajo una calma sobrehumana que le hizo sentir como una gota de agua paseándose por las fuertes corrientes de un caudaloso rio.

En cuanto sintió que sus brazos ya no estaban ahí, arrancó en un brinco que lo difuminó como una mancha rosa y rojiza a los ojos de cualquiera. Baki lo recibió con los brazos cubriendo su pecho en forma de X. Detuvo el primer puñetazo, y recibió las tres siguientes bofetadas. Era una técnica que Izuku aprendió en sus primeros días como su relativo hijo. Su favorita. Y aunque él saliera más lastimado que el mismo Baki quien era el que recibía los ataques, puesto que la piel del mayor era absurdamente tan dura, seguir lastimándose las palmas hacía que la resistencia incrementara gradualmente.

Iba a ser la última de sus peleas dentro. Midoriya se sorprendió en cuanto supo que Baki en realidad estaba en Tártaros por decisión propia, asesinar a su padre al parecer no fue un crimen que el mundo considerara demasiado grande. Pudo salir cuando se le hubiera antojado, y ese momento sería mañana, con él. El último recuerdo de ambos dentro de esas paredes se compartiría con todo lo aprendido por Midoriya.

Tomando distancia, él ejerció una gravedad enorme sobre su maestro sin levantar sus manos, ahora podía manejar su peculiaridad con solo la mente. Baki se hundió en el piso, levantando el concreto que luego los guardias con peculiaridades de tierra arreglarían. Casi cae de rodillas como la primera vez, pero en esa ocasión, consiguió mantenerse firme. Arrancando contra él, saltó y le pegó una patada que Midoriya a duras penas logró evitar.

Girándose, se puso la mano cerrada en frente de la boca, como si estuviera tomando de alguna botella, y sopló. Un fino hilo que Baki evitó corriendo en dirección contraria derritió la mitad del grosor en la pared reforzada para personas con peculiaridades. Dio tres vueltas a toda la celda en un instante, y para cuando Midoriya lo perdió de vista, sintió su mentón crujir. Él se había acercado con mucha más rapidez, y le propinó un golpe de palma que casi le hace perder el conocimiento.

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