Capítulo 40

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El aire se sentía como plomo, obviamente el pelirrojo no se inmutaría por una presencia que él consideraba insignificante, pero para las personas triviales como lo era Tengai, el intercambio de miradas tan intenso entre ambos, uno enloquecido por la ira, y otro por la avaricia de la mejor pelea de su vida, era tan similar como a dos depredadores del África, hambrientos y desesperados por mordisquear.

—Baki Hanma... ¡es un placer!

Le escuchó decir al rubio, su nombre si mal no recordaba, era muscular, uno perteneciente al grupo del símbolo del mal al que Overahul había convocado, motivado por su ignoto sentido de miedo.

—La basura sigue llegando. Creo que tengo las manos suficientemente manchadas. ¡Lárgate!

Masculló, queriendo evitar la fatiga de tener que masacrar a otro más.

Tengai se vio motivado por decirle a Muscular que debía irse, debía valorar más su vida, tal vez crear una familia, había muchas maneras de ser feliz. Sonaba cliché, y estúpido tratándose de un criminal con sus características, pero tratándose de Baki como su enemigo, no era tan absurdo.

—Me temo que no puedo hacer eso... ¡yo... NO PUEDO PERDER ESTA OPORTUNIDAD!

Exclamó, en un grito tan desgarrador que a duras penas contuvo.

—Casi parece que vas a llorar. ¿Tienes un habitual instinto suicida?

—Se podría decir.

Alardeó, levantando su brazo, hinchándolo con todos esos músculos que empezaron a sobresalir de cada rincón de su cuerpo.

—Estar frente a ti, es como ver un mensajero del infierno. Un verdadero demonio. El enviado del averno más oscuro. ¡Solo mira la sangre a tus pies! ¡¡¿qué escena puede siquiera compararse a todo lo que tú has hecho hoy?!!

Tengai lo pudo ver claramente, el tipo estaba loco, independientemente de si fuera por la emoción o porque de por sí hace mucho ya era un caso perdido, se encontraba indispuesto a tener sentido común. Él no lo vio, no contempló la caída de las ocho balas.

Tenía que terminar de otra manera. Tengai maldecía en su mente, mientras recordaba cómo fue. Tan rápido, y mortal.

Rappa llevaba buen tiempo combatiendo contra Baki mientras Rikiya le absorbía la energía, pero, más parecía un juego, como si los tratara como niños. Rappa sin duda era rápido, de los más rápidos que Tengai había visto en su vida, sus puños se difuminaban en un borroso parpadeo al que Baki simplemente evitaba, mirando de reojo a todos los demás. Yu Hojo fue el primero en atacar tras ser consciente de que ningún puño le llegaría, arrojó cristales del tamaño de su meñique desde sus brazos, sin importarle que Rappa estuviera en medio. Baki se agachó, y Rappa le intentó pegar una patada de la que se terminó cubriendo. El impacto y la nula oposición del pelirrojo lo elevaron del suelo. Estando en una posición delicada, Yu aprovechó el momento, y con un intercambio de miradas entre él y Hekiji, encerraron a Baki en un cuadro fluorescente de color amarillo, para él, la sensación de mareos de la nada incrementó de golpe en cuanto la máscara de Deidoro Sakaki comenzó a gotear sangre; no pudo evitar físicamente las púas de cristal que salieron del suelo, conectadas bajo tierra a los pies de Yu.

Quedó colgando, como un alfiletero levitando por una maldición.

—¿Se acabó?

Se consultaron los unos a otros, aguantando la respiración sin saberlo.

De pronto, la cabeza de Baki se levantó, con los ojos repletos de furia, ennegrecidos en la esclerótica por algún tipo de anomalía. De la nada sus pupilas se tornaron amarillas, incluso más fluorescentes que la barrera que lo aprisionaba.

Mi Perfecta CasualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora