CAPITULO 11

7.8K 557 949
                                    


LISA.

—Suéltame.

La puerta estaba entre abierta y mi dedo todavía seguía sosteniendo su mentón, con unos labios alzados y latentes hacia mi.

—Lisa, te he dicho que me sueltes—volvió a demandar tan soberbia como lo era sólo ella.

Intenté quitar la mano.
Pero, no pude hacerlo.

Estábamos tan jodidamente cerca que sentir el calor de su piel no hizo más que comenzar a causarme un jodido incendio por dentro.

Respira Lisa.
No puedes tocarla.

Sabía que no debía bajar los ojos de los suyos, Jennie aún estaba en brasier y ver aquello, solo haría que diera la vuelta para asegurar de nuevo la estúpida puerta e ir a hacérselo cómo se lo merecía.

—Lisa.

Me estaba pidiendo que me moviera, maldita sea.
Lisa, córrete.

Pero ella tampoco se echó atrás.

Y soy una jodida imbécil.
Tuve que mirar.

Tragué pesado.
MUY pesado.

Había visto muchísimas chicas en mis casi vientres años, eso llevaba a que viera muchísimos pechos, pero... Jennie, joder.
Jennie les pasaba el trapo a cualquier otra con la que yo me pudiese acostar e intentar reemplazar con ella.

Después de todo, era Jennie Kim.

Y la boca se me hizo agua.
Tanto tiempo sin tocarla, tantos meses sin sentirla y ahora la tenía servida en bandeja delante mío.

Tan suave y tan fría como solo ella podría serlo.

Sus pechos.
Volví a tragar.
Envueltos en una tela negra que los acariciaba restregándote en el rostro que en tu vida verías a otra igual a ella.

—No me digas—sonrió ladeadamente en su lugar—¿con que... excitada?—sus ojos subieron sutilmente hacia los míos—Lisa... eres tan obvia, tus labios te delatan—Jen sin más se apoderó de la situación tomando el mando—siempre los frunces, justo como... ahora—soltó tocándomelos—No es culpa mía—fingió inocencia haciendo su clásico puchero—¿jugamos?

Mi cuerpo se tensó ante ella.
Y sin darme cuenta, la mano la había bajado.
¿Cuándo?

Ví como Jennie rió carcajeante y pasó por delante mío. No volteé, me quedé quieta.
Y el ruido de la puerta no tardó en sonar indicándome que se había cerrado.

—La puerta se ha trabado, Manoban—soltó rompiendo el silencio cuando creí haber quedado sola—¿Nuevamente has falseado la cerradura?—curioseó jugando la misma carta que había usado hace aproximadamente un año atrás en la habitación de Ruby—¿Tengo que volver a fingir que estoy enfada por estar encerrada en una habitación contigo? ¿O puedo serte sincera y decirte todas las cosas qué se me están cruzando por esta linda cabeza?—todo aquello lo susurró detrás de mi oreja.

Carajo.

—Jennie, no estoy jugando—solté firme repitiendo una frase similar a la que usé en aquella habitación.

—¿Pero Lisa, desde cuándo tan amargada?—sentí como su mentón se acunó sobre mi hombro derecho y en un excitante murmullo agregó: ¿segura que no quieres jugar conmigo?

Capté su juego al instante.
Jennie quería llevarme a su terreno, al único en el que ella jamás perdía: La seducción.

Y me conocía, ella sabía que yo no iba a poder contenerme; en la primera que lograra prenderme apenas la punta del tacón, yo no lo pensaría dos veces y le bajaría toda la ropa volviéndola a hacer mía como jamás tendría que haber dejado de ser.

FULL IN BLOOM  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora