CAPITULO 29

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JISOO.

—¡Joder Rosie! ¡Así, continua así!

—¡Cariño...!—tomándola aún más de la cintura, la pegué completa a mi cuerpo para seguir frotando—¡Dios mío!—su rubio cabello estaba desordenado, suelto y sudado—¡Más, más!—pidió ahogándose dentro de mi cuello.

Todo su torso se cayó sobre el mío arqueándose encima.

—¡Carajo!—jadeé alto cuando refregué nuevamente sus labios inferiores.

Y Park no tardó en tomarme del rostro para unirme a ella.

Su lengua se adentró sin miedo ni permiso, metiéndose en el interior de mi boca; lugar que le pertenecía, hace tiempo que lo hacía.

Sus pechos siguieron saltando, rozándose expuestos y dejándome sentir lo caliente que ardía su sangre dentro de aquella piel que tan loca me ponía.

—Diablos Jisoo...—el susurró delató cansancio—¡Ya hazme acabar de una maldita vez!—el suplicio se ahogó en el deseo mismo.

Y caí perdidamente excitada.

—¡Eres totalmente mía, Rosie!—un "Ajá" muy suave se escapó de en medio de su boca, casi desapercibido diría, ya que los llevó directamente a mi clavícula para hundirse en ella.

Chupón, tras chupón, tras chupón.
No tardé en quedar morada con varias marcas que indicaban un solo apellido.
Si, el de mi futura esposa.

O así lo hubiera querido.

—¡Maldición!—las pulsaciones me iban a mil, porque tenerla sentada encima y ludiéndose en mi, no ayudaba de mucho—¡Más, Dios!—mis pulmones estaban dando a tope y el corazón comenzaba a rezarme por poder terminar el jodido Padre Nuestro—¡Lo, MM-Ahh, lo haces, joder! ¡Tan, tan bien!

Su clavícula se marcaba como la unión de todas las ganas que le tenía, dejando al descubierto, el largo de su cuello donde ya llevaba más de dos horas asfixiando con mis manos.

Pero parecía ser, que a la niña , la falta de oxígeno no le impedía dejar de brincarme como un maldito conejo.

—!MM-MH... Más bebé! ¡Quiero más!—estaba que me resbalaba; en lo literal de la palabra—¡Ah,ah... si!

La rubia parecía que se chorreaba toda. Siendo su parte inferior una laguna misma, distribuida entre flujo propio con mi saliva mezclada.

Una perfecta colisión entre el amor y el deseo que le tenía.

Estaba comenzando a desesperarme, a querer saborearla.

—¡Ah, Ah, Ah!—mi nena se aferró a mi cuello tomándolo y con impulso, se zamarreó encima lo que más pudo—¡Ya casi, ya casi! ¡MMM!

—¡AH-H!—los mechones se me cayeron por el rostro pegándose.

Mis manos pedían que ya dejara de follar pero la adrenalina interna me lo negaba a muerte.

Casi tres horas seguidas estaban comenzando a notarse. Y la que diga que estoy exagerando, es que no tiene a una novia hormonal sobre la cama.

Créanme que se de lo qué les hablo.

—¡AAAH!—ambas nos caímos de golpe. Yo sobre el colchón y ella encima mío—Rosie...—murmuré agitada viendo cómo sonrió con los ojos entre cerrados.

—Shh...—apoyó su yema sobre mis labios—no hables...—sus ojos me regalaron ternura y agradecimiento.

—Joder...—quejé exhausta intentando regular mi respiración—carajo...

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