CAPITULO 37

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Fue el tiempo que pasaste con tu rosa
la que la hizo tan importante.

El principito.




"Hard to love"
Sin censura, para que duela el doble.

JENNIE.

—¿¿Dónde esta Lisa??—le pregunté nerviosa a Kook caminando a paso rápido sobre el largo pasillo de mierda de la clínica.

¿Por qué siempre teníamos que terminar aquí dentro?

—Ya la ingresaron al quirófano, Jen. Va a estar bien—intentó abrazarme—respira, es una chica fuerte. Es Lisa.

"Es Lisa", "es Lisa", "es Lisa".
Estaba harta de oír esa puta frase.

Si Lisa la cagaba, "era Lisa".
Si Lisa se accidentaba, "era Lisa".
Si Lisa se follaba a otra, "era Lisa".
Si Lisa hacia alguna idiotez, "era Lisa".

Siempre era Lisa, joder.

—¡Joder!—quejé secándome las lagrimas que se me desbordaban solas, con toda la ropa quemada y el cabello bañado en cenizas—si será idiota. ¡Se lo dije! ¡Se lo dije!

¿¿Qué se creía que era?? ¿¿Inmortal??
No, si la complejo de gato cree que va a tener siete vidas. Ya lleva como seis muerta, de tantas porquerías que se mandó.

—Cálmate, ya verás que todo se solucionará—mi medio hermano suspiró contraído—dame un minuto, me esta llamando Harai—vi como se fue del otro lado, no le di importancia.

Marco estaba en la entrada de la clínica, me lo había cruzado apenas llegué, y al verlo hablando con la larga fila de policías, no me detuve e ingresé.

—Jennie, ¿qué demonios sucedió?—Irene apreció rápido buscándome agitada, no hice más que sentarme rendida sobre la metálica silla—shh... tranquila... todo estará bien—me contuvo sin tener idea de lo qué pasó en la puta noche—cariño, mira cómo estás. Deberías ir a darte un baño, no estar en estás condiciones así esperando.

¿Qué hora era?
Todavía el sol no salía, y por como estaban todos de abrigados, parecía que estaba demasiado fresco afuera.

—Dios... siquiera se cómo está Jisoo—sollocé toda nerviosa al borde de un pico de estrés—ambas... se... se-las llevaron juntas en la camilla—las manos me temblaban y sentía como las piernas las tenía congeladas, no podía moverlas del terror que estaba contenido dentro mío.

Apreté los ojos con fuerza al volver a revivir la imagen de ver a Lisa toda quemada tirada en ese pedazo de tela en el que se la llevaron.

—Iré a buscar a un médico, ¿Sook no está aquí?—no pude responder, tampoco sabía que le había ocurrido—descuida, ya vengo ¿si? Quédate aquí—pidió moviendo ambas manos.

Quería entrar, quería cruzar las puertas y golpearla con toda la fuerza que me diera el cuerpo.

Quería abrazarla, besarla, cuidarla, abofetearla y retarla.

Estaba con tanta impotencia; la rabia se me desbordaba por todas las venas y el miedo a perderla no hacía más que paralizarme completa, con el corazón que se me contraía agitado.

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