CAPITULO 18

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LISA.

—Lisa, basta.

—Jennie, pero me aburro.

—¿Y qué me has visto? ¿Rostro de payaso?

—No pero—

—Nada de pero's. Mira el paisaje, no sé—volvió a voltear intentando dormir; pero volví a tocarla—¡Lisa!

—Pero si no hay paisaje.

—Pues tienes las nubes.

—Pero ya las vi.

—Dios—gruñó suspirando con fastidio—sabes que estoy cansada, ¿cierto?

—Si pero—

—Entonces cierra tu boca de una vez. Llevamos nueve horas de viaje, solo quedan dos y media; puedes esperar—me regañó ya harta. Bufé inflando las mejillas y soltando el aire de golpe.

De Seúl a Paris teníamos once horas y cuarenta minutos de viajé; al menos un aproximado, me gusta ser exacta, lo más posible. Lo lamento, soy ingeniera.
Y como Jennie ya dijo, llevábamos nueve horas y diez minutos. Ya habíamos dormido un poco, comido, visto una película y solo restaban esas casi tres molestas horas. Las típicas dos horas y media que parecían hacerse eternas.

Y para mi suerte, Jennie se dormía con facilidad.
Pero yo no, no era mi caso. Al menos por el momento.

En general solíamos ser al revés, yo dormía muchísimo más pero volando la situación cambiaba.

Me daba tanta ansiedad llegar que no lograba conciliar el sueño, siempre fue así desde que tengo memoria subida encima de aviones.

Y ahora solo me quedaba aburrirme sentada viendo cómo la otra dormía y como Harry coqueteaba con su "amigo" que había traído al viaje.

Ni siquiera recordaba su nombre.

Ellos dos estaban sentados del otro lado del pasillo y parecían estar bastante entretenidos bebiendo champagne y sonriéndose entre risita y risita.

Que fastidio. Y esta que no para de dormir.
Podríamos ser ellos pero no, la señorita prefiere ignorarme durmiendo.

—¡Lisa! ¡Mi pie!—quejó cuando volteé a darme vuelta y me llevé su pie puesto—hey, te dije cuidado—volvió a protestar cuando la pateé ahora intencional—¿¿qué te sucede??

—Nada.

—Joder Manoban. A veces tienes cinco putos años.

—¿Y cuál hay?

—¿Por qué te enojaste?

—Porque me aburro—solté ya de costado mirando a la maldita ventana.

—No puedo creer que hagas rabietas por esto, en serio a veces me superas. Es como tener una hija—oí su respiración irritada y sentí como me tomó del hombro intentando voltearme—Anda, hablemos.

—¿En serio?—sonreí dándome vuelta.

—Si, venga—bostezó masticando saliva—¿de qué quieres hablar?

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