CAPITULO 31

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"Déjà vu".
Tu y yo ya nos hemos olvidado antes.

LISA.

FLASHBACK.

"Espéranos aquí, no tardamos en volver".

El sol quemaba, los días de verano ya se notaban.

—Eso lo dijeron hace media hora—bufé cabizbaja—¿Qué hora... es?—elevé la vista al cielo.

Un pincelado dulce celeste apareció sobre mis ojos con grandes cantidades de destellos blancos.

Suspiré profundo sintiendo como la suave brisa me revoloteaba el corto cabello salvándome a duras penas del calor.

—H-mm...—mi flequillo estaba más largo de lo normal. Alcanzaba para correrlo a un costado.

¿Por qué tardaban tanto? Siempre me hacían lo mismo.

—Niños, niños—¿oh?—no correteen—rápidamente, giré sobre mis talones viendo a una familia ingresar al acuario.

Una mujer con su esposo caminaban por la entrada junto a sus dos hijos, una niña y un niño.

Los quedé mirando sobre el césped, parada con mi vestido de mezclilla sin decir nada.

—¡Mami! ¡Mami!—la castaña saltaba alegre con un gran sombrero rosado—¡Mami mírame! ¡Soy un pez!—mi rostro seguía perplejo viéndolos.

—A que si cariño—sonrió en rojo alzando a su hija y abrazándola. ¿Por qué Sook jamás me alzó así?

Bajé a mirarme las manos, las abrí, cerré repitiendo la acción una vez más. Y, no supe porqué, pero, mi pobre cerebro de siete años procesó que si repetía ese corto monólogo de pez, mi madre respondería igual.

Eso era, debía ir a buscarla.

No dude dos veces, salí disparando.

—¡Niña, cuidado!—oí el regaño de la mujer.

Con velocidad y emoción, me adentré.

Como todo sábado, el acuario estaba minado por cada rincón dónde lo mirases. Había venido un par de veces y siempre era así.
El señor que trabajaba era un hombre muy amable aunque demasiado hablador para mi gusto. No sabía porque veníamos aquí tan seguido; Sook solía traerme con ella para no dejarme sola por la casa, decía que no podía vivir metida en mi recamara, en casa de Jisoo o en el orfanato con papá.

La rutina era llegar y quedarme en el lugar sin causar ningún problema. No recuerdo si ella curó al dueño o qué fue, pero nos habían dado pase libre a todas las instalaciones como agradecimiento.

Los adultos son tan extraños.

No sé que tenía este sitio, pero, fuera lo que fuera, hacía que mamá quisiera venir.

—¡Niña! ¡Fíjate por donde pasas!—cada pasillo era un Caos de familias maravilladas con las criaturas marinas.

En algunos sectores había gente que se encargaba de hacer, ya saben, esos tours, guías y por supuesto, las ventas de varias chucherías para llevar; todo eso vistiendo de uniformes camel con las gorras y sobre sus pechos, los carteles con sus nombres.

FULL IN BLOOM  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora