CAPITULO 30

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LISA.

—¿Entonces? ¿Eso fue todo?—alcé una ceja.

"Las malas lenguas hablan Manoban... pero la mía... esta te recorre entera".

—Lisa.

—¿Hum?

—¿Ocurrió algo más con Jennie la noche del viernes?

"Soy fría como el hielo, pero sabes que en las manos correctas me derrito".

—Este...—bajé mi cabeza metiéndola entre mis piernas.

"Te quiero con todo mi corazón, Manoban. Pero también te odio con toda mi inteligencia".

—Lisa...

Joder.

FLASHBACK.

—Al final del día, Lisa, ni los viernes trece son tan malos ni los catorce de febrero tan bonitos.

Su voz estaba rota, quebrada, fisurada pero no muerta. Solo que, lo que la mantenía con aire era el mismísimo deseo de matarme en carne viva.

Sus ojos se encendían en ardientes llamas como un gatito que encontró por fin a su presa. El veneno relucía ansioso sobre la punta de sus labios y entre las manos, un par de garras negras me esperaban caóticas.

—¿Hambre?—curioseé provocándola.

—Demasiada.

Jamás lo he comprendido, pero, no sé cómo demonios es que lo hace. Con cada día que pasa se vuelve el doble de sexy que el anterior.

Eso no tendría que ser legal.
Muchas cosas no son legales y de igual forma lo haces.

Estás jodida cuando sabes que no importa lo que pase, ni las que pasen, ella siempre seguirá siendo, ella.

Y va a durar para siempre.
Aunque no la bese, no la toque o incluso no la vea.

—Me he enterado que has estado hablando de mi.

—¿Yo?—mi ex se aproximó hacia mi y por instinto, retrocedí apenas unos pasos hacia atrás—no lo recuerdo.

—No me sorprende, ¿sabes?—sus pisadas eran firmes—lo extraño sería que no lo hicieras. Digo, debe ser doloroso perder a la única persona que te ha amado en tu jodida vida. No te culpo—sin más, avanzó hacia mi interrumpiendo mi espacio personal—aunque déjame decirte una cosa.

—Jennie, ya corret—su boca no tardó en apoyarse tocando apenas mi lóbulo.

Y en el momento que la abrió para soltar su caliente respiración, mis bragas ya estaban todas estropeadas.

—Las malas lenguas hablan Manoban... pero la mía... esta te recorre entera.

No dije nada.
No pude.

Mi cuerpo se tensó instantáneamente dejándose llevar por el placer que tenía solo un nombre y apellido.

Jennie Kim.

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