𝟙𝟘

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 Cada trago que pasaba por su garganta le quemaba más que el anterior

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Cada trago que pasaba por su garganta le quemaba más que el anterior. Estaba furiosa. ¿Cómo podía haberle cambiado el turno la pelirrosa sin consultárselo? Aquel día ya había empezado mal para ella por el dolor de garganta y el mal cuerpo, luego todos los clientes impacientes (y algunos maleducados) que no paraban de comprar por las ofertas de temporada, ¿y ahora le han cambiado sus días libres al sábado y al domingo sin tan siquiera preguntarle? ¿Cómo sabía esa maldita niña rica que no había alterado su horario por completo? Cualquier otro día no le habría dado importancia a esa tontería, pues nunca tenía planes sus días libres, pero por culpa de su mal humor que había arrastrado durante todo el día se lo había tomado como algo mucho más personal. Al final, acabó explotando y fue a un bar a beber algo.

Segundo punto de mala suerte. Su genética por alguna razón le había brindado una increíble tolerancia al alcohol, algo que podía estar bien en algunas situaciones, pero que desde su punto de vista le quitaba parte de la "diversión" a la sensación de sentir ebriedad.

Suspiró, y miró su distorsionado reflejo en el líquido, sin llegar a percibir sus mejillas levemente sonrojadas por el alcohol. ¿Cuántos tragos se había tomado ya? Bostezó, y echó su cabeza sobre su mano, mirando aburrida el bar.

– ¿Quiere algo más? — preguntó el barman —

El bar estaba bastante vacío, y los pocos hombres y mujeres que había hacían su pedido a voces. Además, era la única en la barra, y solo ella parecía no querer matarte solo por molestarla.

– La cuenta por favor — respondió —.

– No. Aun no — tanto el barman como ella giraron su cabeza para ver a un hombre algo bajo, que se estaba sentando al lado de ella —. Yo quiero un cubata por favor. Mételo en su cuenta.

– Págate tus propias bebidas — murmuró molesta la fémina —. ¿Qué haces aquí, Ito?

– Te vi desde fuera y se me hizo curioso que estuvieras aquí bebiendo sola — contestó el moreno con una sonrisa —.

– Algunas veces yo también disfruto bebiendo — comentó, terminando su trago —. ¿O es qué acaso no tengo derecho?

– No... A ver... ¡Claro que tienes derechos! — el varón se empezó a poner nervioso, perdiendo la seguridad que había sido capaz de almacenar los 15 minutos que le había costado entrar —

– Se me hace raro verte con ropa informal — sabía que si el contrario seguía hablando acabaría en un mar de palabras sin sentido, así que prefirió cambiar el rumbo de la conversación —. Cuando fuimos al cine todavía llevábamos la ropa del trabajo.

– ¿Todavía te acuerdas de eso? — le colocaron su bebida delante, y le dio un buche, buscando calmar los nervios. El solo recordar aquel día hizo que su tono de voz se volviera lastimero y bajara su mirada avergonzado —

– ¿Quieres que borre ese día entero de mi memoria? — sacó el dinero de su cuenta y se lo entregó al camarero — A esta te invito yo, pero ni una más. Espero que con un simple cubata no te emborraches.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora