𝟛𝟟

2K 190 15
                                    

 Tapó con su mano el involuntario estornudo, aprovechando para frotar un poco su nariz antes de volver a jugar a su consola

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tapó con su mano el involuntario estornudo, aprovechando para frotar un poco su nariz antes de volver a jugar a su consola.

Llevaba jugando aproximadamente 20 minutos, buscando matar el tiempo hasta que Satoru llegara para que ambos pudieran pasar la noche juntos. No tenían nada especial planeado, lo que fuera surgiendo sobre la marcha.

De hecho, ni siquiera estaba arreglada. Llevaba una camiseta blanca de manga larga y unos pantalones de invierno negros. Ah, y cuatro mantas cubriéndola como si fuera una oruga, porque hacía muchísimo frío fuera y Miyuki se negaba a comprar una estufa. Siempre se las había apañado bien con las mantas, así que lo veía un gasto innecesario.

Mientras daba un sorbo a su vaso de agua, la puerta de la calle se abrió, así que salió de su refugio de calor para saludar al peliblanco. Y en cuanto lo vio, se quedó de piedra. Tuvo que parpadear varias veces para comprobar que su visión no le estaba engañando. Él se acercó con una sonrisa de oreja a oreja, y le enseñó la gran caja que cargaba.

— Me he autoregalado esto por mi cumpleaños — anunció —. Así no pasaremos tanto frío.

— ¿Tanto detestas las mantas? Además, este es enorme.

— Es que si no yo no quepo — y sin más entró al piso para empezar a abrir la caja con la ilusión de un niño de seis años.


·····


— ¿A qué aquí se está mejor? — cuestionó burlón Gojo, terminando de comer, volviendo a acomodarse bajo la cobija del kotatsu.

— Cállate o te quedas sin postre — amenazó la menor, que al contrario que él, se levantó para ir a la cocina.

— Siempre dices eso, pero luego nunca me das nada — se quejó, moviéndose para ocupar el sitio donde estaba la fémina, solo para tumbarse boja abajo ahí y molestarle un poco, tapándose hasta los riñones con la cobija. Apoyó su cabeza sobre sus manos y esperó —. Yo comparto mi regalo de cumpleaños contigo y tú...

Hubo unos segundos de silencio donde se quedó mirando a la fémina mientras esta salía de la cocina y se paraba delante suya, mostrando el paquete de mochis que había en su mano. Inmediatamente se arrepintió, y puso una mirada de cachorro junto con su mejor puchero, esperando que eso le sirviera para que le perdonara. Adicionalmente juntó sus manos y agachó la cabeza, como si de una diosa a la que había ofendido se tratara.

— Primero, esto ha sido un capricho tuyo — habló la de pelo caoba, pisando un poco con su pie su coronilla, aunque ni siquiera apretó, fue más similar a una caricia que a un pisotón —. Segundo, vienes a mi casa casi todos los fin de semana para comer de mi nevera y dormir bajo mi techo sin que yo te pida nada a cambio. Ni siquiera he ido a tu casa ni una sola vez. Y tercero, comes dulces cuando quieres porque siempre que me los pides te los preparo.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora