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 – No creo que seas borde

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No creo que seas borde. A mi me pareces de las mejores personas que hay en este mundo.

Esa frase no dejaba de repetirse en bucle en la cabeza de Miyuki, como si se tratase de un GIF insertado en su cerebro, y sin posibilidad de cerrarlo.

La fémina estaba tumbada en el medio de su cama, mirando al techo. No podía hacer nada más, solo recordar lo que había pasado hacía unos días.

Después de eso, simplemente habían terminado de ver el espectáculo y Satoru la acompañó a su casa, informándole como si nada hubiese pasado que la semana siguiente estaría de viaje por cosas de la escuela donde trabajaba. Si le dio más detalles, no era capaz de recordarlo, porque para ese entonces su mente ya estaba repitiendo en bucle ese momento donde sus labios se juntaron.

– ¡No puedo pensar en otra maldita cosa, joder!

Rodó por la cama, tapándose su rostro y encogiéndose. Le había gustado, y mucho, más de lo que quería admitir. El peliblanco no hizo que aquello se sintiera incómodo en ningún punto, y solo por eso ya se merecía el puesto del mejor beso que había dado en su vida.

El primer beso dentro de una relación siempre era importante para ella, y todos y cada uno de esos que había tenido la fémina habían salido mal, ya sea porque el otro hacía algo raro durante, antes o luego del proceso. Generalmente solían ser frases incómodos y completamente sacadas de contexto. Sin ir más lejos, su primer beso con su primera pareja cuando era adolescente fue simplemente un arrebato de la otra persona, que le tomó de la corbata del uniforme de la escuela y le obligó a pegar sus labios.

Pero con él no. Tras separarse le dedicó una bonita sonrisa y enlazó su mano con la suya, para luego mirar de nuevo los fuegos artificiales tranquilamente. Sus labios todavía sabían dulces por el waffle que se había comido con anterioridad, y apenas le había costado adaptarse a su ritmo en el beso.

Miyuki volvió a rodar para mirar al peluche que había ganado en el puesto de tiro. Le miró molesta, y le tocó suavemente la nariz, como si esperara que aquello le fuera a dar una respuesta. Inconscientemente, se tocó los labios, sintiéndolos extrañamente fríos a pesar de haberlos estado mordiendo y humedeciendo constantemente mientras recordaba.

Abrazó al gato de felpa, e intentó imaginar que era al varón en quien tenía entre sus brazos, pero a los pocos segundos volvió a despachar al pobre peluche al otro lado de la cama.

¿Cómo no se había dado cuenta antes de que se había enamorado de ese idiota? ¿Cómo no se había podido dar cuenta de que había empezado a abrirse de nuevo con ese hombre?

No quería abrirse de nuevo con otra persona hasta estar 100% segura de que no le haría daño. No quería volver a sentir su corazón y su mente romperse en mil pedazos y tener que volver a estar arrastrándose para recogerlos uno a uno para así arreglarse a si misma.

Pero Satoru le producía tal sensación de tranquilidad cuando estaba con él que sentía que no debería de preocuparse por eso, que debería de cuidarlo y disfrutar con él. Solo él había vuelto a conseguir que su corazón empezara a acelerarse con solo ver su figura a lo lejos, y que todo mal día desapareciese con solo verle sonreír o escuchar su melodiosa risa.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora