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 – ¡Tápate eso por Dios! — gritó Nakamura cuando vio la cicatriz de su empleada tras su operación, alejándose de golpe como si fuera contagioso

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– ¡Tápate eso por Dios! — gritó Nakamura cuando vio la cicatriz de su empleada tras su operación, alejándose de golpe como si fuera contagioso.

Pasaron alrededor de tres semanas hasta que fue a trabajar de nuevo. Tuvo una recuperación muy buena y rápida, según lo que dijo el doctor, aunque para ella había sido una eternidad en aquel hospital y luego estar en su casa sin hacer nada, pero agradeció que solo estuviera el peliblanco. Por otro lado, tuvo que admitir que se le hizo extraño no tener a su rubia amiga detrás de ella todo el día, o no poder comentarle a Ito lo raro que era, e incluso extrañó decirle a sus compañeros que el hombre que acababa de atender no era su tipo. Pero, algo que definitivamente no extrañó, fue a su superior que nada más llegar y recibir el "justificante médico justificado" como decía ella le exigió la otra prueba que demostraba que se había sometido a una operación, y eso le llevó a la situación donde estaban ahora.

– Como digas Nakamura — respondió ocultando de nuevo la herida de su abdomen.

– Bien, parece que todo está en orden — se recompuso y se acercó de nuevo a la de pelo caoba —. Te doy las horas que te faltan como baja por enfermedad, pero a partir de hoy vuelves al horario de siempre.

Miyuki asintió y tras hacer una reverencia y agradecer salió del cuarto de empleados donde había conversado con su superior para encontrarse con varias personas detrás de la puerta mirándola con expectación.

– ¡Miyuki! — la más baja de todos los presentes se tiró a sus brazos, al borde del llanto — ¡No nos dejaron entrar a verte en el hospital! ¡No se como he podido dejar pasar que te estuvieras muriendo delante de mi y no me diera cuenta! ¡¡PERDÓNAME!! — la contraria la abrazó dejando que empezara a llorar en su hombro, recordando que solo la había visto el día antes de que empezaran sus síntomas, pues la rubia se había ido de vacaciones durante esa semana, pero aun así la dejó llorar porque sabía que intentar consolarla la acabaría haciendo sentir más culpable de alguna forma absurda que ya había experimentado demasiadas veces.

– Yo también lo siento, Sato — susurró Ito avanzando hacia ella —. Estuve durante esa semana junto a ti y no fui capaz de darme cuenta de que algo malo te pasaba...

– No es culpa de ninguno de ustedes — habló la de pelo caoba, observando las caras largas de todos sus compañeros —. Es mi culpa por no haber ido al hospital una vez que noté mis síntomas — notó como su baja amiga empezaba a llorar con más fuerza, apretando su agarre a ella —. ¿Qué pasa, Sakurai?

– ¡ODIAS LOS HOSPITALES! — gritó entre llantos — ¡NO HABRÍAS PISADO UN HOSPITAL POR TU PROPIO PIE EN SIGLOS!


·····


– Hay muchos vacíos en la historia que nos ha contado — comentó la rubia al moreno durante su descanso, mientras cogía un zumo que había encontrado en la nevera.

– ¿Muchos vacíos? — preguntó curioso el moreno, pues la historia que les había contado su compañera para él había sido convincente.

– Exacto — abrió el zumo y le dio un sorbo —. Para empezar, Miyuki tiene el sueño muy ligero. La he visto desmayarse o dormirse otras veces (no preguntes como) y siempre reaccionaba a estímulos y cuando despertaba recordaba trozos de como había sido su viaje al hospital o a la enfermería. Es muy raro que esta vez no se haya acordado de nada — vio como el moreno asintió, comprendiendo la información —. Lo segundo: Si un paciente está inconsciente y no puede dar sus datos, siempre se buscará información sobre esa persona y llamaran a su contacto de urgencias. Ella me tiene a mi como contacto de emergencia, pero no me llamaron en ningún momento, por lo que tuvo que estar acompañada de alguien que sea familiar suyo o alguien cercano, no como dice ella que cuando se desmayó alguien llamó a urgencias y luego se quedó sola. La conozco y se que sería capaz de renunciar a su orgullo para estar acompañada en un hospital.

– ¿Qué me estás tratando de decir, Sakurai? — preguntó Ito, ya bastante confuso.

– Miyuki está ocultando muchas partes de lo que pasó por alguna razón — concluyó la rubia.

– Algunas veces das miedo con esa capacidad de deducción tuya — el moreno apoyó su cabeza en la mesa de la sala.

– No te preocupes — toda la tensión que había habido en sus palabras a lo largo de su discurso se esfumó como si nunca hubiese existido —. Nos lo contará tarde o temprano, ella siempre ha sido así — terminó el zumo con una sonrisa, con extrema confianza en sus palabras.

– ¿Quién ha sido siempre así? — una tercera voz les hizo girar sus cabezas lentamente. No habían escuchado la puerta abrirse en ningún momento.

Hablando del rey de Roma — pensaron ambos.

– Sakurai... ¿Es ese el zumo que he traído para almorzar? — preguntó con cierto tono furioso la de pelo caoba. En seguida, la rubia se dio cuenta de su error y se tiró de nuevo a los brazos de la contraria para pedir disculpas y clemencia.

 En seguida, la rubia se dio cuenta de su error y se tiró de nuevo a los brazos de la contraria para pedir disculpas y clemencia

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No tiene nada que ver con el capítulo de hoy, pero la casa de Miyuki siempre huele a ambientadores y productos de limpieza. De hecho, tiene un olfato muy fino para los olores. Cada vez que huele algo siempre lo detecta inmediatamente.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora