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 — ¿Me ibas a decir lo de los ataques de ansiedad? — preguntó la psicóloga

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 — ¿Me ibas a decir lo de los ataques de ansiedad? — preguntó la psicóloga.

Miyuki apartó la mirada, avergonzada. Miró atentamente el dorso de su mano, donde aun había una pequeña marca de haber sido inyectada con el suero del hospital.

— No — contestó sinceramente. Gojo le había contado lo que había pasado a Naomi para que la vigilara en el trabajo, y ella la había obligado a reprogramar su cita con la psicóloga. Comprendía la preocupación de Satoru, pero que se lo dijera a su amiga la molestó un poco, aunque seguramente fuese lo mejor —. Hacía muchos meses que no me sucedía. Se me había olvidado que de vez en cuando los tenía. Además, no suelen durar más de unos minutos. Este ha sido la excepción.

Hubo un par de segundos de silencio. La mujer echó para atrás su pelo negro, buscando que decir.

— ¿Ha habido algún motivo? — acabó preguntando.

— Sí.

— ¿Me lo vas a decir? — ante el silencio de Miyuki, supo que no lo haría.

— He preocupado mucho a Satoru — empezó a decir en su lugar, torciendo sus dedos —. Seguro que estará enfadado conmigo por haberle hecho ir al hospital de nuevo conmigo. Además, mi hermano ya se lo habrá contado a mis padres...

Para sorpresa de la mujer, Sato empezó a llorar en silencio. Nunca lo había hecho, y parecía estar tomándose el tema con bastante calma hasta ese momento. Inmediatamente movió la caja de pañuelos que siempre había en su escritorio, ofreciéndole a Miyuki. Ella tomó uno y se limpió rápidamente las lágrimas, aunque eran sustituidas por unas nuevas cada vez que lo intentaba.

— Por lo que me has contado de Satoru, no creo que se enfade mucho. Se preocupa mucho por ti y tu bienestar — dijo la mujer —. Pero háblalo con él. Seguro que estará deseando que lo llames y le expliques lo que ha pasado.

— ¿Cómo voy a explicárselo a él si no te lo puedo explicar a ti?

Esa pregunta confundió mucho a la psicóloga, que empezó a preocuparse seriamente por el detonante de Miyuki.

— Sato, creo que debemos empezar a plantearnos otras opciones a parte de la terapia. Si este tipo de cosas pueden llegar a afectarte de esta manera...

— No. No quiero tomar pastillas — interrumpió —. Solo... Necesito tiempo. No volverá a pasar.

— No tienes que decirme a mi o a nadie que no volverá a pasar. Lo sabes, ¿no?


·····


Naomi abrazó a su amiga por la espalda cuando las dos estaban solas.

— ¿Por qué no estás comiendo nada? — preguntó la rubia. Era la pausa del descanso de Miyuki, y aunque se había excusado para ir a comer en la sala de empleados, solo estaba sentada, mirando a la nada.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora