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 Miyuki bostezó perezosamente mientras subía la cortina de la cafetería

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Miyuki bostezó perezosamente mientras subía la cortina de la cafetería. Una vez más, estaba abriendo el local por la mañana, más por obligación que por ganas.

— Buenos días, jovencita.

Se dio la vuelta inmediatamente, encontrando a un hombre mayor, puede que en sus sesenta, detrás de ella. Tenía una sonrisa amable y sus ojos parecían cerrados, aunque no estaba segura de si era porque eran muy pequeños o por las arrugas.

— Buenos días, caballero — dijo Miyuki, haciendo una notoria reverencia —. ¿Puedo ayudarle en algo?

— Oh, no, no. No te preocupes por eso. Aun no has abierto el local, ¿verdad?

— No, aun estoy en ello. En cuanto abra la puerta le serviré lo que desee.

— ¿No debería ser tu gerente la que abra el local? — preguntó de repente el hombre.

— Es que en abril cometí un fallo, y desde entonces lo abro y lo cierro yo. — contestó ella, sin pensárselo mucho.

— ¿En abril?

— Del año pasado. — completó. Aun era marzo.

— ¿Qué hiciste si se puede saber?

— Me tropecé con un compañero al salir de la sala de descanso y tiré una tarta. Como no hay un ojo de buey en la puerta, no pude verle. Se lo habremos dicho mil veces a la gerente, pero no nos hace caso. Hablar con ella es hablar como hablar con una pared. Mentira, la pared por lo menos absorbe el sonido... — al darse cuenta de que se le había ido la lengua, se disculpó. Satoru le estaba contagiando un poco su actitud extrovertida y el hablar sin pensar demasiado en las consecuencias.

— Entonces, ¿llevas haciendo esto un año prácticamente? ¿No cuenta como horas extras?

— Deberían, pero la gerente sigue manteniendo que es mi castigo, y yo no soy quién para echárselo en cara. — esa vez sí que fue capaz de callarse y no comentar como de todas formas cobraba por ellas porque Nakamura era un desastre con las finanzas de la cafetería. No contaban como horas extra, pero sí como horas ordinarias, lo que hacía que tuviese una jornada súper larga, se atrevería a decir que rozaba lo ilegal.

— Comprendo...

El hombre entró al lugar y se sentó en una de las mesas cuando Miyuki la limpió y le ofreció una silla. Esperó pacientemente a que pudiese ofrecerle algo caliente para beber y comer. Como era temprano, la mujer solo tenía que limpiar y hacer recuento de algunas cosas. Nuevamente, eso lo tendría que hacer Nakamura, pero con el paso del tiempo Miyuki le había cogido el gusto a hacerlo ella misma. Miraba que era lo que más habían vendido los días anteriores, pensaba en los productos de temporada, y hacía el planning para el día. Se le daba bien hacerlo a diferencia de su gerente. La tienda ahorraba dinero y vendía prácticamente todo lo que horneaban o hacían. Eso solía darle bonos a los empleados, así que todo el mundo estaba contento. Además, como ella era la primera en estar allí, tenía tiempo para hacerlo.

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⏰ Última actualización: Jul 12 ⏰

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𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora