𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |

𝟙𝟡

– Que calor — comentó la castaña, empezando a beber un poco de agua —.

– Está empezando a llegar el verano. Deberíamos de buscar un sitio más fresco para entrenar — se sentó a su lado en el banco, con una sonrisa de oreja a oreja —. Estás mejorando mucho en el entrenamiento.

– Gracias — buscó en su mochila y le extendió una botella de agua al varón —. Bebe tu también. No has sudado hoy tampoco pero no quiero que te de un golpe de calor.

– Owww. ¡Te preocupas por mi Miyuki! — exclamó él, dándole un abrazo que acabó siendo pegajoso por el sudor de la fémina —

– Tú te preocupas por mi. Es lo mínimo que puedo hacer — justificó —.

Giró su cabeza, para mirar la cara del mayor a pocos centímetros de la suya por el abrazo. Cogió sus gafas de sol y se las probó a modo de broma, sacándole una risa a él. No podía ver absolutamente nada con ellas, a pesar de que el día era radiante y muchas personas llevaban gafas de sol para que les fuera más cómodo ver. El cristal era demasiado oscuro.

– ¡Te quedan bien! — confirmó —

– Gracias. Igual me compro algunas — se quitó las gafas, pero no se las devolvió a él, sino que volvió a acercar sus rostros, mirándole fijamente a los ojos —. Tienes los ojos muy bonitos. Parecen el cielo. Y tus pestañas también son blancas como tu pelo.

– Y los pelos de abajo también — se alejó un poco de ella para esquivar el golpe soltando otra risita, volviendo a coger sus gafas para ponérselas — Es algo genético. Tengo los ojos muy sensibles así que debo usar las gafas de sol.

– ¿Sensibles a la luz? Porque te he visto en una sala de cine a oscuras usándolas hasta que no pudieses ver con claridad la película.

– Sí, a la luz... — parecía un poco incómodo con el tema, así que se enfocó en la fémina, buscando algún rasgo característico que pudiera usar como tema de conversación — ¿Qué hay de tu pelo?

– ¿Qué le pasa a mi pelo? — cogió la coleta que recogía su pelo y la miró atentamente, buscando algún desperfecto —

– Tienes las raíces color caoba. ¿No será que te tiñes el pelo? — sonrió burlón, mientras miraba más la coronilla de la castaña —

– No me lo tiño. Cuando era pequeña tenía el pelo color caoba, pero cuando crecí se volvió castaño — se cruzó de brazos algo molesta por la insinuación de él —. Aun así tengo las raíces de ese color. Últimamente han estado creciendo demasiado, así que se me nota más. Pero es más raro que alguien tenga el pelo blanco natural, ¿no serás tu quién te lo tiñes?

– ¡Acabas de decir que tengo las pestañas también blancas! ¡No me puedo teñir las pestañas! — ahora quien estaba ofendido era él, y se cruzó de brazos también, inflando sus mejillas de manera infantil —