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 Satoru observó como la vida de su mejor amigo escapaba de su cuerpo

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Satoru observó como la vida de su mejor amigo escapaba de su cuerpo. Okkotsu Yuta había liberado a Rika una vez más y lo había vencido. Yuta había vencido a uno de los pocos hechiceros de grado especial que existían.

Una parte de él no quería que ese momento llegara, él mismo lo había atrasado cuando tuvo la oportunidad de matarlo y no lo hizo, pero el resto de su ser sabía que tenía que suceder en algún momento. Después de todo, Geto no se había ido para quedarse de brazos cruzados.

Que cosas del destino. Al final iba a ser él el que le diera el golpe final.

Pasó el resto del día terminando de solucionar varios asuntos con relación a las dos batallas, la de Tokio y la de Kioto, al siguiente, se encargó junto con Yaga de los daños que había sufrido la escuela de hechicería, y, antes de no poder aguantar más, consiguió hablar con Yuta sobre su futuro. El 26 de diciembre, para el atardecer, sintió como reventaba por dentro. No podía seguir poniendo la misma cara de siempre y pretender que ahora Geto no volvería a aparecer en su vida. No podía seguir escuchando el "lo siento" y viendo las miradas de pena de todos los que conocían su situación o se hacían una idea de ella. Quería desaparecer, no quería que nadie más relacionado con el mundo de la hechicería se le acercara. Ni siquiera quería entablar una conversación con Ieiri, que seguramente sería la que mejor lo comprendería.

Necesitaba dejar de pretender que lo tenía todo bajo control, así que fue al primer sitio que le vino a la mente.

Se cambió por una ropa informal, olvidando completamente sus gafas de sol, y se fue al piso de Miyuki.

Estaba nevando. Su cazadora de cuero y sus vaqueros apenas abrigaban, y, sin embargo, desactivó el infinito para que la nieve cayera sobre él y el frío se adhiriera a su cuerpo. Cada vez que respiraba, una pequeña nube de vaho se formaba con su aliento, lo que mantuvo su atención hasta que llegó a la estación de tren. Durante ese trayecto, su entretenimiento fue mirar su reflejo en la ventana enfrente de su asiento. Por alguna razón, el vagón estaba completamente vacío, lo cual ni agradecía ni le desagradaba. Estaba completamente imperturbable.

Hubo cierto trayecto del camino donde el tren pasó por un túnel completamente oscuro, acentuando la imagen de su reflejo por las luces del lugar. Ahí pudo darse cuenta de lo patético que se veía. Todo su lenguaje corporal mostraba cansancio y tristeza. Si llevase un traje, parecía un oficinista sobreexplotado, justo como Nanami estaba un par de años atrás.

Bajó del tren en la estación más cercana al piso de Miyuki, e hizo el resto del trayecto andando lentamente, como si se estuviera torturando a si mismo aguantando el frío y el dolor. Cada vez que movía los pies, arrastraba un poco de nieve con él, lo que hizo que sus zapatos se mojaran y sus calcetines se humedecieran y congelaran.

Solo cuando llegó al edificio, subió por el ascensor que nunca usaba (porque Miyuki vivía en una primera planta) y tocó la puerta varias veces, fue que se dio cuenta de que ella no estaba en casa. Era tarde, no debería de estar trabajando, ¿estaría en alguna fiesta o algo? ¿Habría ido a cenar con alguien? Puede que cualquier otro día le hubiese restado importancia y se hubiese ido, pero ese día en particular necesitaba verla. Necesitaba saber que ella no sería como el resto de personas.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora