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 – ¿Prometes que si te encuentras mal vendrás inmediatamente al hospital? — preguntó el médico, mirándola sin terminar de fiarse de ella

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– ¿Prometes que si te encuentras mal vendrás inmediatamente al hospital? — preguntó el médico, mirándola sin terminar de fiarse de ella.

– Sí — afirmó Miyuki, que en el momento en el que el doctor entró a la habitación estaba jugando a las cartas junto con el peliblanco.

– Bien — suspiró notoriamente. La había tenido encerrada más tiempo de la cuenta para estar pendiente de sus síntomas, después de todo, cuando la atendió estaba en tan mal estado por haber estado aguantando durante demasiado tiempo el dolor —. Te daré el alta esta noche cuando te retire los puntos.

En cuanto se fue el hombre, la menor se lanzó a los brazos de el peliblanco, feliz por poder salir de ese lugar. A decir verdad, el varón también se sentía aliviado de poder salir de ese lugar. No le gustaba nada el ambiente lleno de miedos.


·····


– Y recuerda que tienes que alimentarte con productos cocidos y a la plancha durante por lo menos cuatro días, y mantenerte bien hidratada — informó el médico, escribiendo la receta de sus medicamentos —. Mantente en reposo. Nada de hacer ejercicio hasta por lo menos un mes. Nada de ir a trabajar.

– Sí — repitió la fémina por décima vez, balanceando los pies en el borde de la camilla.

– Y dile a tu novio que por favor deje de ir a comprar dulces cada dos por tres a la cafetería del hospital — añadió, ya con un tono un poco más cómico —. Todas las enfermeras piensan que es un nuevo doctor o algo así.

– Se lo diré — murmuró, ya casi perdiendo el interés en las palabras del contrario.

– Bien — dio un último suspiro antes de darle la receta —. Ya te puedes ir. Espero no tener que verte aquí en mucho tiempo.

– Gracias — miró el papel, mientras el doctor se iba de la habitación.

En cuanto escuchó la puerta cerrarse, se tiró a la cama, mirando al techo.

Ya había anochecido completamente, y ya era libre de irse de ese lugar. O bueno, tendría que esperar a que Satoru llegara con ropa limpia.

Había estado todo el tiempo que había podido junto a ella, solamente ausentándose cuando parecía que definitivamente le iban a despedir. Incluso pasó varias noches en el incómodo sofá porque llegó después de que la fémina se durmiera.

Solo habían estado ellos. No sabía como se las había apañado para que nadie viniera ha visitarla durante su estancia en el hospital. Un poco de labia y varias palabras difíciles y había conseguido asustar a Sakurai lo suficiente como para que no la visitara.

No es que no la apreciara, al contrario, pero quería aprovechar esos momentos con el mayor que tan preocupado parecía por ella. Era egoísta de su parte, sí, pero ya habían hablado sobre su relación.

𝓛𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮 𝓢𝓮𝓬𝓻𝓮𝓽 | Gojo Satoru |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora