- "Este ha sido el secreto que me has ocultado hasta a mi. Bien, lo comprendo, pero eso no quiere decir que me deje de doler"
☆ Jujutsu Kaisen no es de mi propiedad, le pertenece a Gege Akutami.
☆ La portada no es mía, créditos a su creador.
☆ Gojo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Así que... ¿cómo decías que se llamaba? — preguntó de la manera más casual que pudo Sakurai.
Miyuki levantó la vista al cielo, soltando un largo suspiro sin ningún tipo de disimulo. Ya empezaba el interrogatorio de su amiga. Era algo que Naomi no podía evitar hacer cada vez que le decía que tenía pareja. Pasó con Matsuda, pasó con Kaede, pasó con una tercera relación que tuvo, pasó con todas sus posibles sospechas de relación romántica, y ahora pasaba de nuevo. Le extrañaba que hubiese tardado tanto tiempo en comenzar ese sinsentido.
— Gojo Satoru. — respondió, en un tono bajo para que nadie les escuchara.
·····
— Y... ¿a qué se dedica? — cuestionó más tarde Sakurai, cuando Miyuki atendía el mostrador.
Esa era otra característica de sus interrogatorios. Iban a trozos. No podía hacerle todas las preguntas de golpe, no, tenía que ir haciéndolas en momentos discretos y aleatorios, sin importar como le viniera a Sato.
— Es profesor. — contestó, a lo que la rubia asintió y se marchó.
·····
— ¿Durante cuánto tiempo habéis estado saliendo? — dudó ahora Naomi, cuando su amiga se dedicaba a limpiar una de las mesas del establecimiento con un trapo.
— Desde agosto. — dijo con monotonía.
·····
— ¿Y os veis mucho? — preguntó Sakurai mientras Miyuki batía enérgicamente una masa.
— Se queda en mi casa casi todos los fin de semana, así que diría que sí — afirmó ella —. Echa más harina, rápido.
·····
— ¿Cuántos años tiene?
Esa pregunta sacó de quicio a Miyuki. No por la pregunta como tal, sino porque Naomi había aparecido de la nada cuando estaba en la sala de descanso y había hecho que se tirara el té caliente encima.
— ¡Veintiocho! ¡Tiene veintiocho años! - exclamó Sato con frustración, viendo su ropa manchada y separándola de su piel para evitar quemarse.
— ¿Veintiocho? — por primera vez, Sakurai pareció dudar por la respuesta — ¿Y lo habéis hecho ya? — cuestionó ahora, dejando clara las dobles intenciones de la pregunta con el tonito atrevido que tomó su voz.
