8.Buenos reflejos.

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[Justin PV]

-¡Eh imbécil devuelveme mi bicicleta!.-gritó el dueño de la bici al otro lado de la calle.

Le levanté la mano en signo de disculpa y salí de mi escondite dispuesto a llevarla de vuelta. Al adelantarme algunos pasos en la acera dos hombres se abalanzaron sobre mí tirándome bruscamente al suelo sobre la bicicleta.

-¡Lo tenemos! ¡Tenemos al ladrón!.- gritaron los hombres inmovilizándome.

El dueño de la bicicleta cruzó la carretera y me levantó del suelo mientras los otros dos me sujetaban atrás las manos.

-¿Quién coño eres?.- preguntó el hombre enfadado y con razón. Su apariencia era flacucha, no imponia ningun respeto.

La gente que paseaba tranquilamente por la calle hicieron un corrillo para dejarnos en medio y ver lo que sucedia.

-No pretendía robarle la bici.- le dije en mi defensa al hombre flacucho.

-Oh claro, la ibas a devolver, que considerado.- dijo sarcástico burlándose y los hombres que me aguantaban rieron también.

-Sí, eso exactamente.- admití sintiendo todas las miradas puestas en mi.

-Soltad al pobre chaval.- ordenó el hombre falsamente.

Me soltaron y el dueño de la bici se dio la vuelta pero enseguida volvió a girarse con impulso para que su puño aterrizase en mi cara, aunque sin a penas fuerza, para mi eso era como si soplase el viento.

Reaccioné rápido y le devolví el golpe el doble de fuerte rompiéndole la nariz.

El hombre se quedó tan conmocionado por el dolor y el golpe que no esperaba recibir que no pudo reaccionar. Yo tampoco me esperaba que mi reaccion fuera esa.

Estaba acostumbrado a aguantar los impulsos en la carcel y ser el mas debil. Pero estaba en calle, libre, y ya no tenia por que aguantar eso.

Vi como una mujer cercana llamaba a la policía por teléfono y supe que era hora de quitarse del medio.

Corrí por un callejón, callejeando por otros y perdiéndome. Agotado por la carrera que me había pegado me agaché apoyando las manos en las rodillas para recuperar el aire.

-Tienes buenos reflejos.- comentó un joven delante mía sorprendiéndome.

-No iba a robarle la bici.- confesé preparándome para correr de nuevo.

-Lo sé pero no estoy aquí por eso.- sonrió.

-Y entonces que quieres, quien te envía.- pregunté poniendome nervioso.

-Nadie, voy por libre.- me miraba sin quitarme el ojo del encima.

-Pues lárgate.- dije con desprecio.

-Me interesas.- dijo sonriendo.

-¿Perdona?.- me confundió.

-¡No me malinterpretes colega! Tengo un gimnasio...- comentó.

-No.- le interrumpí.

-Boxeo, peleas, dinero, fama.- dijo rápido antes de que me marchara intentando convercerme.

-No es el tipo de negocios al que estoy acostumbrado.-rei amargamente.

-Es legal.-dijo mirandome como si supiera a lo que yo me refería.

-¿Cuánto se suele ganar?.-pregunté con curiosidad.

-Eso depende de lo bueno que seas.- respondió levantando una ceja.

-Me lo pensaré.-dije casi convencido, sólo por quitarme del compromiso.

-Para cuando te decidas, pásate por el gimnasio, justo en frente del hotel.- dijo yéndose con las manos metidas en los bolsillos.

-Espera, ¿en frente del hotel dices?.- ahora sí estaba interesado. En ese hotel estaba Lucy.

-Sí, ¿te vienes? .-siguió andando.

Me pasé la mano por la nuca pensándomelo profundamente y tras una rápida decisión, movida por la intriga que me causaba ver a Lucy, le seguí.

[Lucy PV]

Atravesamos la gran puerta giratoria del hotel y entramos para dirigirnos primero al mostrador de la recepción.

-Vengo de parte de Rolandelli.- anunció Ryan colocándose bien la corbata con elegancia.

Yo le miraba con los ojos abiertos exageradamente y con una expresión en la cara que definía mi pensamiento sobre mi hermano perfectamente: "Éste tío es tonto".

Desvié la mirada de mi hermano y miré a la recepcionista que me miraba sonriente, como si estuviera coqueteando conmigo. Pestañeaba desesperadamente mientras ponía de manera sexy las llaves de la habitación sobre el mostrador.

-Disfruten su estancia en el hotel.- dijo con voz sensual.

-Gracias.- respondió Ryan sin prestar atención a la conducta de esa chica.

Arrastré mi maleta hasta lograr meterla entera en el ascensor y antes de que las puertas se cerraran pude ver como algunas personas de la entrada me miraban riéndose.

Ryan pulsó el número cinco en los botones del espacioso ascensor y mientras subiamos a la quinta planta él se miraba coqueto en el espejo.

-¿Cuándo vas a parar?.- pregunté ofuscada.

-Estoy increíble ¿no crees?.- me sonrió ampliamente dejando al descubierto sus blancos dientes y yo le contesté poniendo los ojos en blanco.

Cuando llegamos a la planta Ryan abrió una habitación con las llaves que le habían dado en la recepción.

Entré de espaldas para meter sin problemas la maleta pero ésta se quedaba atascada.

-¿Acaso tu no llevas maletas?.- le pregunté harta de la mía.

-Claro, me la subirán después.- dijo orgulloso.

-¿Cómo? Y yo por qué cojones tengo que cargar con la mía.- protesté indignada.

-Porque quería gastarte una broma hermanita, aquí nadie lleva su propio equipaje, tienes que empezar a actuar como lo que eres ahora, una dama.- dijo tan tranquilo como si a mí me hiciera alguna gracia. Entonces entendí el por qué de las risitas de la gente abajo.

Ignoré su humor de mal gusto y al girarme le eché un vistazo a la habitación.

-¿Cómo vamos a pagar todo esto?.- le dije a Ryan al darme cuenta de que no era una habitación cualquiera.

-Rolandelli nos ha pagado esta suit.- sonrió tumbandose en la cama con las manos en la nuca.

-Ryan, esto es muy caro, no podemos...- era demasiado lujo para nosotros.

-¿Aceptarlo? Claro que podemos. Y lo harás.- me interrumpió.

-¿No hay...otra forma?.- pregunté sentándome a su lado.

-Él puede ayudarnos a encontrarla.- dijo refiriéndose a nuestra madre.

Me levanté de la cama y me crucé de brazos mirando hacia la pared, aunque en realidad mi mirada era ausente.

-¿Qué tengo que hacer?.- pregunté.

Sabía que tarde o temprano debía hacerlo y enfrentarme a mi nueva situación.

-Por lo pronto asistiremos por la noche a una fiesta que dará Rolandelli aquí mismo en el hotel.- me informó.

-¿Tendré que...?.- oh dios, no podía creer que eso estuviera rondando por mi cabeza.

-No tonta, Víctor Rolandelli está muy viejo para ese tipo de trotes.- se burló.

Respiré aliviada y cambié la expresión asustada de mi cara. Me tumbé en la cama pensando en qué haría con Justin. Debía encontrarle y contarle todo lo que estaba pasando y lo que iba a pasar en adelante.

¿Por qué no me había buscado ya? Se limitó a mandarme decenas de flores sin dejar verse. Mi corazón ardía en deseos de verle y abrazarle de nuevo.

Titanium. [Justin Bieber Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora