Andrew se había encargado de comprar nuestra vestimenta para la noche.
Desde esa reunión no hablamos más del tema.
Los dos nos encontrábamos arreglandonos para la gran noche.
Me encontraba enrollada en una toalla mientras me arreglaba.
-Tu antifaz está en mi cama- asentí mientras terminaba con mi maquillaje
Había resaltado un poco mis ojos con delineador y un labial rojo.
En su cama tambien estaba mi vestido negro con cristales tornasol en la parte de abajo.
Me coloque el antifaz para asegurarme de que se viera bien.
-¿Qué tal?- llame su atención
Él simplemente se quedó mirándome callado
-Dime algo- me comencé a preocupar
-Te ves bien- volvió a lo que estaba haciendo
-Al fin- me quite el antifaz para colocarme mi vestido
-No mires- lo sentencie
-Aja- dijo mientras me daba la espalda
Él se estaba colocando su camisa.
Ya tenía varias veces que lo había visto sin camisa y no negaré que tremendo cuerpo se carga.
-Malditasea el pastel que me comí anoche- me quejé cuando intentaba subir el cierre que quedaba en mi espalda
-Deja, te ayudo- lo escuché
Moví mi cabello a un lado para dejarle toda mi espalda descubierta
El vestido a pena me tapaba mis nalgas.
-Debiste elegir uno que me tapará un poco más mi espalda- me quejé
Sentí como sus dedos acariciaban la parte baja de mi espalda
-Te queda bien- sentí su respiración cerca de mi cuello
Deseaba que me besará.
Deseaba al fin terminar con la tensión sexual que teníamos en momentos.
Sentí como el cierre subió para sentir cómo su calor se alejaba de mi.
-Gracias- susurré para caminar hasta nuestro armario en donde tenía los tacones de la noche.
Al tener toda mi ropa ya bien colocada me mire por última vez en el espejo.
-¿Lista?- asentí tomando mi antifaz
-Vamos- ofreció su brazo el cual tome con gusto
No quería sentir nada por él, pero tengo tanta curiosidad de su vida que quiero estar en ella para enterarme de quién fue y quién es.
-¿Pasa algo?- negué mientras entrabamos al elevador
Él iba hablando sobre lo que debíamos lograr, pero no estaba tan atenta como quisiera.
Nos subimos a un auto que nos llevaría a la fiesta.
Luego de unos 30 minutos llegamos al lugar y no era para más.
Todas las mujeres derrocharon elegancia.
Era un baile de gallinas y yo era una cucaracha entre ellas como diría una de mis cuidadoras en el orfanato.
Ese no era mi lugar y jamás lo será.
En el auto me coloque el antifaz igual que mi jefe.
Él llevaba el clásico que casi la mayoría de los hombres tenían.
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Enamorando al magnate
RomanceTodo inicia con el pie izquierdo, el muestra sus grandezas mientras ella solo intenta hacer los números en su trabajo. El es un magnate reconocido por muchos países. Dirige una de las marcas más reconocidas a nivel mundial. Soltero por decisión pro...