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El frío que sentía hace unos minutos se había ido, aún estando sin camiseta solo podia sentir como si mi piel quemara.

Minho estaba sobre mi chupando mis pezones. Mentiría si dijera que no extrañé esto.

Lo tomé del pelo e hice que subiera para poder besarlo de nuevo.

Mientras lo besaba como si no hubiera un mañana dirigí mis manos al borde de su pantalón y boxer, ya estaba comenzando a bajarlos pero Minho puso sus manos sobre las mías y me detuvo.

Se apartó del beso y se tiró sobre mí aplastandome.

—¿Qué pasa? —le pregunté confundido y con mi respiración agitada.

—Estás muy débil Han... No podemos.

—¿No quieres? ¿No quieres estar conmigo? —le pregunté y Minho alzó la cabeza para luego mirarme de mala manera.

—No digas tonterías Han, claro que quiero pero no podemos. Primero debes estar en condiciones, no quiero que te desmayes mientras te la estoy metiendo —me respondió Minho.

—¡Pero yo sí quiero! —le contesté y el se echó a reír.

—Otro día será —dijo Minho.

Otro día... ¿Habrá otro día para nosostros dos?

—¿Y si lo hacemos despacio? —le pregunté y luego atrapé sus labios.

Al principio Minho puso un poco de resistencia pero yo no le permití que se apartara.
Mientras nos besábamos hice el intentó de quitarme lo que me quedaba de ropa pero Minho se dió cuenta.

—No seas malo conmigo Han, hago esto para cuidarte —me dijo él abrazándome.

—Está bien tienes razón —dije con algo de frustración.

¿Qué tiene de malo que me desmaye? Prefiero desmayarme mientras tengo sexo con Minho que desmayarme en otras circunstancias.

—Tu me haces conocer el autocontrol —dijo Minho con una sonrisa.

—Ya que no me la vas a meter porque te da miedo, ¿Qué vamos a hacer?

—Ya regresó el Han sincero y sin tapujos.

—Así parece —le dije.

Minho no habló solo se me quedó mirando... Y yo seguía caliente así que me le comí la boca otra vez.

—Creo que debemos salir de aquí porque vamos a terminar en lo que no debemos —dijo Minho levantándose de la cama y quedándose en la orilla.

Yo me crucé de brazos enojado. ¿Por qué le preocupa tanto si al final el que se puede llegar a desmayar soy yo no él?

—Minho —dije con sobresalto cuando Minho me tomó de los tobillos y me jaló hacia él. Acomodó mis piernas alrededor de su cintura y luego tomó mis brazos para levantarme —Si me cargas así puedo sentir tu pene chocando con mi culo.

—Y yo puedo sentir tu culo restregandose en mi pene —me dijo Minho. Me subió un poco más y luego salimos de su habitación.

—Parezco un koala o un mono cargado así.

Llegamos a la cocina y Minho me dejó sobre el mesón.

—¿Quieres que te cociné algo? —me preguntó el de ojos felinos.

—Sorprendeme —le respondí y él asintió al tiempo que apretaba un poco sus labios.

Se dirigió al refrigerador y comenzó a sacar un montón de cosas, yo solo lo miraba y también miraba la muy marcada erección en sus pantalones.

𝑀𝑒𝑡𝑎𝑛𝑜𝑖𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora