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Semana y media después.

¿Para qué somos buenos? ¿Cómo sabemos que somos buenos en algo? ¿En qué soy bueno? ¿Por qué siempre debemos ser buenos en algo?

Minho me dice que soy bueno en muchas cosas, yo antes también pensaba eso pero ya no lo siento así.

Creí que lo mío era la poesía pero no, no lo es. ¿Entonces qué sí lo es?

Me gustaría estudiar algo, tampoco es que sea algo que yo quiera con mi corazón, en realidad me siento presionado a estudiar algo.
Presionado por la sociedad.

Algunos trabajos son difíciles de conseguir y más si tienes tu currículum más vacío que la mente de los peces, así como el mío.

—Estoy muy estresado. Me va a dar una gastritis, ya vas a ver —le dije a Minho mientras entraba a la piscina.

Y si, Minho había comprado una piscina y la puso en el patio de su casa.

—Pero Han, no te presiones. De seguro recibirás la llamada de algún trabajo, ya lo verás —me dijo Minho nadando hacia mí y atrapándome en sus brazos.

—Es que es complicado. Quiero trabajar pero a la vez no, quiero estudiar pero a la vez no, quiero tantas cosas pero simplemente no puedo —dije con frustración. —Mejor voy a ahogarme y listo.

—No seas tonto —me dijo Minho sacándome de debajo del agua. —Dale tiempo al tiempo.

—¿Y si nos morimos mañana? —le pregunté y él rodó los ojos. —La vida es así Minho. De un segundo al otro podemos dejar de estar.

—Y eso es algo que no puedes cambiar.

—Pero podemos cambiar el ritmo y dirección de nuestra vida.

—¿Por qué pones esa cara? ¿Qué idea loca te vino a la cabeza ahora? —me preguntó Minho sintiéndose desconfiado.

—No te lo diré, primero debes atraparme —le dije y comencé a nadar hacia el otro extremo de la piscina.

—¡Sabes que no sé nadar! —me gritó Minho y yo no pude evitar reír. —Voy a ahogarte con el inflable de dona Han Jisung.

—Para eso debes atraparme —le grité devuelta mientras reía.

Minho comenzó a correr, o un intento de eso y tuve que moverme para escapar de él.

—Te atrapé —dijo él jalándome del pie y casi ahogándome.

—¡Minho! Casi me matas —dije tosiendo y tirándole agua en la cara —Malo.

—Malo tú. Ahora dime lo que se te ocurrió.

—Se me olvidó —le dije.

—No mientas. Dime lo que pensaste, o lo que estás planeando —insistió Minho al tiempo que me tomaba de la cintura y me acercaba a él.

—Ya te dije que se me olvidó —le dije y luego lo besé para que dejara la insistencia. Aún no puedo decirle lo que pensé.

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—¿No te parece que no estamos dándole a la vida la importancia que se merece? —le pregunté a Seungmin.

Estaba en la cocina preparando unas galletas de vainilla mientras hablaba con él por teléfono.

Ayer regresé a mi casa luego de pasar más de una semana en la de Minho. Pero igual no pasaré mucho rato solo porque el viejo ya me escribió diciéndome que vendría apenas se desocupara.

𝑀𝑒𝑡𝑎𝑛𝑜𝑖𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora