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—Han ya llegué —escuché la voz de Minho en el piso de abajo.

Me quedé acostado esperando a que subiera y entrara a su habitación.

—¿Cómo fué todo? —le pregunté cuando lo ví entrar.

Ya estaba oscureciendo y Minho viene llegando de la comisaría.

Estábamos en nuestro mejor momento y de repente escuchamos que llegó la policía.
Los vecinos de Minho se quejaron del espectáculo que estaba haciendo Eunwoo afuera. Minho se tuvo que ir para aclararle las cosas a los oficiales y por ende me dejó pero caliente... La palabra caliente creo que se queda corta.

—Bien, Eunwoo tuvo que pagar una deuda y tal, pero todo bien. —me respondió Minho y se inclinó para darme un corto beso, pero yo lo tomé del cuello para intensificarlo.

—Sigo molesto por la interrupción que nos dieron —dije cuando el beso finalizó.

—¿Solo molesto? A mí me parece que no solo es eso —me dijo Minho y puso esa sonrisa jactanciosa que lo caracteriza. Se acostó sobre mí y me abrazó.

—No sonrisas así, te conozco —le dije. Sin dejar de abrazarme Minho elevó su cabeza y nuestras miradas se conectaron.

—¿Ah sí? Yo también te conozco a tí y sé que mueres por saber si volví a hablar con Eunwoo—habló él con voz baja y seductora.

—Claro que no —le dije y luego resoplé y miré a otro lado.

—Claro que sí. Hay una persona que te conoce hasta más que yo y me ha hecho saber lo celoso que eres —me dijo Minho —Y bueno, la respuesta es no, no volví a cruzar palabras con Eunwoo. Él estaba hecho furia y lleno de vergüenza así que solo me ignoró.
Y si me hubiera hablado lo más seguro es que no lo habría escuchado porque estaba sufriendo con semejante erección que me dejaste.

—Yo también estaba sufriendo pero no por eso, osea sí porque nos interrumpieron pero, como me quedé aquí sin nada qué hacer comencé a pensar y me sentí muy ansioso —le conté a Minho y él me dió un beso en una de mis mejillas.

—Lo de tu mamá te tiene así... Es por eso que vamos a salir, vamos a comernos unos helados y vamos a hacer cualquier cosa para que no pienses en eso —me dijo Minho y luego se levantó de la cama. —Levántate, debemos irnos ya.

—¿Ya? ¿Ya de ya?

—Ya de ya. Vamos.

—¡Pero tengo que arreglarme! —le dije levantándome de la cama y yendo a buscar algo de ropa para cambiarme.

—Así estás bien Han, estás perfecto —se quejó Minho pero lo ignoré —Iré encendiendo el auto, te espero abajo.

Salió de la habitación y yo comencé a quitarme la ropa que tenía puesta para colocarme otra.

—Si tardas mucho te voy a dejar aquí botado —me advirtió Minho entrando a la habitación nuevamente, quedarse viendo cómo me vestía y yéndose otra vez.

Me peiné un poco, tomé mi celular y mi billetera y salí.

—Eres un tonto —dije entrando al auto.

—¿Por qué?

—Entraste a la habitación y no te fuiste hasta que no me terminé de vestir —le respondí y luego me eché gloss en los labios.

—No es mi culpa, es culpa de mis ojos que no podían dejar de verte —me dijo Minho y luego sonrió todo forzado. —Dame de eso.

—¿De qué?

—De eso que te echaste en los labios, sabe rico —me respondió y yo negué rotundamente.

—No, ya se me está acabando y si te beso me lo vas a quitar todo y voy a tener que aplicarme más —le dije. —¿Por qué no mejor te aplico a tí y ya?

𝑀𝑒𝑡𝑎𝑛𝑜𝑖𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora