Hubo un tiempo en que la palabra de su padre creyó que era justa y sabia, pero ahora hay soberbia y tiranía. Xie Lian aprieta los puños mientras ve como su padre está ordenando a los guardias imperiales a buscar y castigar a quién lastimó a Qi-Rong.
Nadie conoce quién fue el culpable, por lo tanto, solo buscaran a partir del prejuicio y atemorizaran al pueblo. Él no puede permitir eso.
Sobre el vértigo del caos, Xie Lian respira profundo e interrumpe al rey de Xianle.
—No lo harán. Se quedan aquí— ordena por encima de las palabras de su padre. Los guardias imperiales, así como Feng Xin y Mu Qin contienen el aliento.
Al oír esto, el rey dirige su mirada hacia Xie Lian, indignado.
—¿Te atreves a interrumpirme? ¿A pasar por encima de mi voluntad?
Xie Lian no baja la cabeza y da un paso adelante, sus acciones agrietan más la relación con su padre y no le importa, ya no.
No después de comprender que Qi-Rong tuvo más atención medica que al pobre niño que aún está siendo atendido en el pabellón médico.
No después de ver quién arrojó la piedra en la calle principal de Xianle; la mirada de ese niño de cabello alborotado no la había visto nunca: llena de odio e injusticia. Y, aun así, ¿su padre quiere cometer más errores para incentivar el desagrado del pueblo? ¿No se da cuenta de lo que sufren las personas? ¿Miedo? ¿Hambruna? ¿Su padre ni una vez ha mirado al pueblo?
—No está siendo razonable.
—¡¿Has olvidado tu propio lugar?! ¡¿Qué es esta arrogancia?!
Feng Xin inclina la cabeza y Mu Qin se mueve discretamente dos pasos. Xie Lian frunce el ceño y responde con una voz fría:
—Es cierto que alguien hirió a Qi-Rong, pero Qi-Rong tuvo la culpa primero. Él torturó a un niño de diez años, ¿por qué los guardias deben hostigar a inocentes para buscar a alguien quien intentó defender a un niño?
—No importa el por qué. Alguien ha ofendido al príncipe Xiao Jing, ¡merece un castigo! Si permito estas acciones la distinción superior e inferior se perderá, ¡Ellos deben recordar cuál es su lugar!
Ambos se miran sin doblegar su voluntad, Xie Lian odia el prestigio de la realeza y el rey odia el pensamiento ingenuo de salvar al mundo. De algún modo, algo se rompe entre ellos cuando el rey da un paso hacia adelante, hace un ademán con su mano y enseguida los guardias acercan.
—Encuentren al culpable, recibirá cien azotes y si sobrevive, será amarrado hasta que reflexione su pecado— Los guardias hacen una reverencia y enseguida se van. El rey vuelve a mirar a su hijo, sacude sus mangas y dice: — Mi voluntad no será cuestionada. Yo soy el rey, nunca olvides eso.
Xie Lian aprieta los puños y se gira para enfrentar a su padre, gritando.
—¡TÚ!...
Xie Lian intenta decir algo más, pero es su madre quien lo toma del brazo para darle algunas palmaditas reconfortantes en su espalda.
—No te enfades, hijo mío. No te enfades. Ya ha pasado bastante, por favor— Las leves lágrimas que hay en sus ojos detienen al Príncipe heredero y él contiene su ira. —Rong-er casi ha perdido el ojo izquierdo, tu padre solo quiere buscar una solución. Por favor, ya no te enfades más.
La relación del hombre con el hombre y sus diferentes ideales siempre ha sido una cuestión caos y miseria, siempre ahondando en un túnel cada vez más estrecho. Xie Lian toma las manos de su madre, las baja suavemente y no se atreve a mirar a su padre. Se retira sin despedirse de su madre. La verdad es que está decepcionado y le duele el cuerpo, hasta el tuétano.
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Siblings AU
FanfictionEn el Camino del Orgulloso Demonio Inmortal, la madre adoptiva de Luo Binghe fallece de una terrible enfermedad por el desgaste en su cuerpo y las condiciones poco salubres en su vida diaria. Sin embargo, en esta historia, sucede algo diferente: La...