XVIII

2.7K 386 411
                                    



La envidia es una criatura salvaje que carcome las entrañas, se esconde en el vientre, en el pecho y desmorona hasta los cimientos toda construcción de confianza. Ming Fan aprieta los puños, muerde sus labios con rabia y ruega que aquellos rumores del Pico Qing Jing no sean ciertos: Shizun planea dar el título principal al discípulo recién llegado, Luo Binghe.

Esa bestia...

Esa bestia se mete en sus asuntos como en el ardor de una herida. En los meses que ha estado en este lugar, Luo Binghe sigue una y otra vez demostrando lo talentoso que es. En pocas semanas, el adolescente dominó la etapa inicial de todo cultivador y su ejecución con la espada es tan magnífica a tal grado que otros discípulos han pedido su ayuda. Amarga es la verdad cuando Ming Fan comprueba que este niño lo ha alcanzado en su nivel de cultivación. Parece que nadie comprende al pobre Ming Fan, un niño que fue criado para la grandeza y ser eclipsado por un niño que recita mal las poesías y toca horrible el guqin.

Ni siquiera hay consuelo en los fallos de esa bestia, pues cada vez que falla Luo Binghe, Shizun se muestra tan indulgente con él. Todos los discípulos ahora saben cuán sonriente y bondadoso es Shizun cuando está al lado de ese niño. Aunque Shen Qingqiu aparente ser distante con su faceta de cultivador inmortal, está claro para cualquier discípulo del pico Qing Jing la cálida mirada que transmite Shizun cada vez que corrige a Luo Binghe y sus notas desafinadas.

Cada día que pasa el rumor se extiende y el temor de Ming Fa se acumula en las venas.

Hoy, bajo el sol del mediodía Ming Fan se dirige a la casa de bambú con una canasta. Se ha esforzado últimamente para seguir obteniendo el favor de su Shizun, esta vez planea ofrecerle comida recién hecha. No es nada ostentoso, solo unos pocos bocadillos que pudo adquirir fácilmente al bajar la montaña. Camina lento, esperando que el golpeteo de su andar no arruine la forma de los dulces y con sigilo abre una de las puertas para ingresar a la habitación de Shizun.

Su cuerpo se tensa al escuchar unas voces, retrocede un poco y a hurtadillas escucha una conversación.

—¿Qué aconseja, Shizun? —Es la voz de Luo Binghe. Ming Fan frunce el ceño pues Shen Qingqiu rara vez permite que un discípulo ingrese a la casa de bambú. Encogido desde su lugar, Ming Fa puede ver al inmortal comiendo unos bocadillos; hay una sonrisa placentera en el rostro del líder de la secta Qing Jing. Ming Fan mira los bocadillos que estaba a punto de ofrecerla a su Shizun, aprieta los puños.

—Ser discípulo principal es una gran responsabilidad, requiere atención, astucia y un alto grado de cultivación. Habrá dificultades y muchos dudarán, pero mantenerse firme y seguir los principios de la secta será de ayuda.

El nervio desenfrenado destroza la calma de Ming Fan, su respiración vacila y su cuerpo está entre la contradicción de querer huir o quedarse. Toda esta locura ha cubierto sus sentidos y la rabia está presente, incitándolo a gritar, golpear, destruir a esa bestia que le quita su lugar.

Su única función, quizás.

Luo Binghe está escribiendo algo, mueve su mano con gracia, trazando una caligrafía exquisita. A estas alturas, Ming Fan se consume en pánico pues desde su visión ve pergaminos y confunde la caligrafía con asuntos e inventarios de la secta. Aturdido, el adolescente piensa que Luo Binghe ya se está encargando de los pendientes, asuntos únicamente exclusivos para el discípulo principal. No puede soportarlo más, se va del lugar con la creciente ira consumiendo su cuerpo, su corazón y su mente.

Él guía el tumulto hambriento de la decepción e ira en algo más cruel, más despiadado.

No permitirá que exista otro discípulo principal.

Siblings AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora