Para poder hablar, Wei Ying tiene que volver a llenar de aire sus pulmones, cuidar que su garganta no se cierre de nuevo entre los sollozos ni apretar sus manos hasta que las uñas rompan su carne porque entonces, Luo Binghe se preocuparía más. Y Wei Ying trata con todo su ser que no se encojan sus palabras o su corazón, ni que sus ojos se deshagan de agua aun si nombra la palabra "madre. Porque ella ya no está, y no puede hacer nada con un muerto ni con un tumulto de tierra.
Con la muerte de esa mujer, se quebrantaron los cimientos de su catedral y ahora solo queda un hermano el cual muerde sus labios para no soltar el sollozo.
—Binghe-gege— murmura y la boca le sabe a ceniza. Su cuerpo le traiciona porque solloza de impotencia y se limpia las lágrimas con la manga de su túnica sin remendar. —¿Qué hacemos?
Madre se fue, y los dejó con un nudo anhelante, estrangulándolos a los dos en la penuria y en el desconcierto. ¿A dónde ir? ¿Y para que ir? Volver a casa ahora será lacerante, porque el lugar maternal está vacío y Wei Ying aprieta los dientes para obligarse a dejar de llorar y no puede, no podrá nunca porque no volverá a escuchar una risa suave, ni la caricia en sus cabellos que apartaban las preocupaciones del mundo.
Y entonces sucede, el abrazo. Wei Ying respinga cuando los brazos delgados de Luo Binghe lo rodean, acicalando su cabeza en un intento de consuelo.
—No lo sé, pero sea lo que pase, estaremos juntos. Madre siempre quiso eso.
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Esa misma noche, mientras ambos se limpian las lágrimas y cuentan el dinero que tienen para viajar al país de Luo Binghe, ellos deciden quedarse un día más para ir al festival de Xie Lie.
—¿Recuerdas, A-Ying? Mamá prometió que iríamos, y lo haremos. —Susurra Luo Binghe, horas más tarde en la completa oscuridad. Ambos están acostados en el piso, no se atreven a dormir en el diván, no pueden, no cuando la última persona que estuvo ahí no despertó.
Wei Ying solo mira el espacio infinito del techo mientras las lágrimas siguen desbordándose de sus ojos. Su mano derecha está apretada, entre sus dedos está la cinta roja de su madre adoptiva.
—Sí, lo haremos— dice Wei Ying, por el rabillo del ojo ve a su hermano mayor que también está acostado, mirando el techo y su mano aprieta fuertemente el colgante de jade que hay en su pecho. Realmente Binghe-gege es muy fuerte, porque no hubo lágrimas en su rostro ni ruptura en su voz mientras cargaban un cuerpo inerte para sepultarlo, ni tampoco cuando talló una piedra con el nombre de su madre adoptiva.
A mitad de la noche, Wei Ying despierta por los sollozos amortiguados de Luo Binghe.
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En la procesión Celestial del Festival Shan Yuan, Wei Ying atraviesa a la multitud sin soltar la mano de Luo Binghe.
Las personas se amontonan unas a otras y es difícil caminar hasta la orilla para tener un espacio para contemplar el desfile. Binghe-gege se ofreció a cargarlo sobre sus hombros, y aunque la idea fue tentadora no era adecuada. ¿De qué le sirve a Wei Ying disfrutar de este último festival si sólo él era participe de ello?
En este ir y venir de gente, logran vislumbrar un espacio en la orilla de la muralla, ambos se acercan. Luo Binghe se aferra a los hombros de su hermano como un anclaje para evitar ser empujados por la muchedumbre. Wei Ying piensa que quizás Binghe está siendo muy protector, pero no le importa en absoluto.
Los gritos lo aturden y lo emocionan. Desde el centro, se ve un escenario que es empujado por corceles blancos, completamente adornados para el festival. En el centro del escenario está un demonio vestido de negro con una máscara monstruosa en su rostro. Wei Ying jadea de emoción y por un momento olvida sus penas, señala y le grita a Binghe-gege sobre el tamaño de esa zanbato y la destreza de ese demonio.
Wei Ying aprecia por unos momentos las habilidades del hombre, que en su actuación pretenden asesinar a cuantos humanos pasan por ahí. La espada baila libremente, ocasionando varias ovaciones entre la multitud.
Es levemente empujado y Binghe tensa su brazo para que su hermano no se aplaste. Cuando Wei Ying alza la mirada, lo ve:
A un niño, quien camina como si arrastrara la esperanza y la devastación en sus pies. El pequeño es ignorado por la gente y lograr abrir paso a través de las personas. Su andar es lento, cojea de un pie y finalmente se acerca a la orilla de la muralla.
Wei Ying comienza a inquietarse al ver que el niño no disfruta del espectáculo, si no que mira el suelo y ladea la cabeza, perdido... Como si analizara la caída. Desde su lugar, Wei Ying siente un escozor en el cuerpo porque ese niño lleva un vendaje en su cabeza, con ropas manchadas de lodo y quizás sangre.
El niño llevaba una venda en la cabeza que cubre su ojo derecho.
El niño se inclina en la orilla y el corazón de Wei Ying se acelera.
—Oye, ¿qué estás haciendo?
Quise ayudar a alguien. No pude hacerlo.
El niño refleja la imagen de la derrota, cuando la luz se refleja en su rostro, puede ver la pupila dilatada, llena de ira.
Comienza a impulsarse para dar un salto.
Si tengo la oportunidad de salvar a alguien, entonces lo haré.
—No! ¡No lo hagas! — grita Wei Ying, sacudiéndose del agarre de su hermano e intenta correr hacia el niño. De pronto escucha vítores y exclamaciones sobre un guerrero marcial que desciende de los cielos.
El niño se detiene abruptamente; su único ojo se abre, poseído. Contempla la figura inmaculada de aquel ser celestial que pelea contra ese demonio vestido de negro. Wei Ying trata desesperadamente de acercarse e ignora los gritos de Luo Binghe. Ve como el niño jadea, sorprendido y maravillado. Inconscientemente, el pequeño se inclina para apreciar más la vista y resbala.
Muchas gracias a todos por sus lecturas :)
Este capítulo me conmovió por Wei Ying y Luo Binghe.
¿Qué piensan del fic hasta ahora? ¿Creen que haya cambios en las personalidades de ambos? Yo creo que para Binghe hubo un cambio drástico... Solo el tiempo lo dirá.
Spoiler para el siguiente capítulo: halo del protagonista.
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Siblings AU
FanfictionEn el Camino del Orgulloso Demonio Inmortal, la madre adoptiva de Luo Binghe fallece de una terrible enfermedad por el desgaste en su cuerpo y las condiciones poco salubres en su vida diaria. Sin embargo, en esta historia, sucede algo diferente: La...