IV

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Él no recuerda su nombre, sólo sabe que mamá y papá ya no están, así que no sabe qué decirle a su salvador cuando le pregunta su nombre. Así que él hace lo mejor que sabe hacer: sonreír y desviar el tema de las cosas que no puede entender.

¡Binghe-gege es realmente valiente!, ¡detuvo a los perros él solo con sus manos! ¡Y también es fuerte! Se recuesta un poco más en la espalda cálida del niño, cerrando sus ojos. Le duele el cuerpo y no puede evitar quejarse un poco cuando los movimientos del otro rozan sus heridas en las piernas.

—¿Te... duele... mucho? — La voz de Binghe-gege lo aturde, su pronunciación es áspera y un poco discordante. Es curioso como habla, es como si tardara bastante en recordar cómo hablar. Alza la cabeza y ríe un poco.

—Binghe-gege habla gracioso.

—No soy de este lugar. Lo siento.

Curioso, el pequeño apoya su cabeza en el hombro del otro niño. Luo Binghe parpadea, extrañado. Es difícil decir que este pequeño tiene heridas cuando se remueve contantemente, lleno de una inocente alegría e interés.

—¿Y de dónde eres?

—Lejos. Crucé el mar.

Se quedan así por unos minutos, en un completo silencio, el pequeño sólo escucha el ruido de las pisadas de la nieve. Sonríe al ver humo salir de una posada cercana. Usualmente no se dirige al centro de la ciudad, muchas veces es ahuyentado con palos o golpes por los comerciantes debido a su aspecto, pero esa posada tiene humo, lo que significa que es un lugar cálido.

La fatiga de los días, el dolor en sus heridas y el desconocimiento del mundo hacen que poco a poco sus ojos se cierren. Deja que su cabeza se apoye una vez más en aquella espalda cálida y comienza a adormecerse. Entre la línea del sueño y la vigila, se percata que su salvador entra por una puerta trasera. El cansancio lo adormece y sólo despierta cuando una mano suave le acaricia el rostro. Escucha murmullos, son extraños, él nunca había escuchado algo así. Al abrir sus ojos se encuentra con el rostro de una mujer amable. No entiende mucho lo que ella dice, pero se percata que él mismo está en un diván con una túnica sencilla. Sus piernas y muñecas tienen vendas.

—¿Sientes dolor? —Ella pregunta, tiene el mismo acento extraño que su salvador. El pequeño niega con la cabeza. —¿Puedes decirme tu nombre?

¿Cuántas veces no le han hecho esa pregunta ya? Esboza una sonrisa para decir otra cosa cuando escucha que se abre una puerta.

—¡Binghe-gege! —exclama, aliviado de ver un rostro conocido y más al notar que el muchacho lleva un plato caliente de congee.

Escucha una suave risa, la mujer dice unas frases en otro idioma y hace que Binghe-gege ría un poco, sonrojado. Ellos son amables, no puede recordar quién más ha sido amable con él...

Oh. Es cierto. Ese niño vestido de blanco que le regaló un juguete. Es una pena que en otra pelea con los perros lo hayan destruido.

El tiempo pasa muy rápido: entre comer, responder preguntas, reír por el acento extraño de Binghe-gege e intentar recordar su nombre, comienza a perder la batalla contra el cansancio.

Con los parpados caídos, trata de mantenerse despierto. Una parte de él no quiere abandonarse en el sueño, teme que al abrirlos de nuevo se encuentre de nuevo en aquellas calles cubiertas de nieve y que todo haya sido un sueño. Con esfuerzos, vislumbra a los lejos a Binghe-gege al parecer intenta ofrecerle algo a su madre. Ella lo mira curiosa, cuando ve lo que es, sonríe y rechaza el regalo con una sonrisa amable para luego colocarlo en el cuello de su hijo.

Las palabras que ella utiliza son de un idioma diferente, pero la voz es suave, cálida y llena de sentimientos. El calor florece en su pecho cuando ve a Binghe-gege reír, asintiendo y aferrándose al pequeño objeto que hay en su cuello. Lo que dijo aquella mujer debió ser muy importante para provocarle ese brillo en los ojos de Binghe-gege.

—¿Aún no puedes dormir? — El pequeño parpadea rápidamente cuando la mujer se vuelve hacia él. Ella le acaricia la cabeza y aparta algunos cabellos. —¿Realmente no recuerdas tu nombre?

Quizás sea por séptima vez, pero el pequeño sacude su cabeza.

—¿Sabes? puedes quedarte con nosotros. —Ella mira a Binghe-gege y él sonríe, asintiendo. —Quizás estemos un poquito apretados, pero siempre me aseguraré que haya congee, ¿qué dices? — Al oír aquello, una calidez se filtra por todo su cuerpo hasta llegar a los dedos de los pies. Esa sonrisa rebota en sus pupilas y de pronto aparece un rostro: es difuso, pero hermoso. Una mujer, riendo. Una voz que lo llama, lejana. Y unas manos suaves que lo abrazan, con una risa encantadora.

A-Ying...

Wei...Ying.

Wei Ying.

Ese es su nombre.

—Wei...Wei Ying. — Dice, rascándose un poco la cabeza. Cuando la mujer abre los ojos con sorpresa, el pequeño no duda más: —Soy Wei Ying. Y sí, ¡si quiero estar con ustedes!

...

Esa misma noche, Wei Ying duerme cálido, contento y con el estómago lleno. Sin saber que, en otro universo, en otro mundo, en otro tiempo, un hombre vestido de purpura lo buscaba desesperadamente por aquellas calles cubiertas de nieve.

 Sin saber que, en otro universo, en otro mundo, en otro tiempo, un hombre vestido de purpura lo buscaba desesperadamente por aquellas calles cubiertas de nieve

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Mo Dao Zu Shi, The Scum Villain's Self-Saving System y Heaven Official's Blessing. ©Mo Xiang Tong Xiu

Los personajes no me pertenecen. Es una historia sin fines de lucro.

Muchas gracias por sus votos. Son una adoración <3

En este universo Wei Ying sí recuerda su nombre, eso será muy fundamental para el futuro y bueno... ¿Qué más puedo decir?

Spoiler del siguiente capitulo: El sistema es cruel

Siblings AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora