Una extraña atracción era la que nos unía como amantes, ya no era sólo algo físico, sino que había una rara fuerza sobrenatural que me hacía ser un imán para ellos, un imán de lo bueno y lo malo, aunque también esa misma fuerza me hizo volverme el i...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los chicos cantan las canciones que Jeremías nos enseña para los servicios dominicales. Pero por mi mente solo pasa el llegar a casa, cambiarme ropa y salir.
—Gloria, gloria aleluya —dicen a una sola voz —Gloria, gloria, alelu... aleluya —dicen en tono más fuerte —¡En nombre del Señor!
Otra cosa de vivir tan alejados de la civilización, es que en los únicos gustos musicales en que coincidimos la mayoría, son las canciones de la iglesia, ya que todos las conocemos, por lo que las cantamos nos gusten o no. No digo que no escuchemos otro tipo de música, pero la música no es de los principales gustos en este lugar, porque ningún artista vendría aquí, así que es mejor no enamorarse de la voz de algún grupo o cantante.
—¡Alto! —exclama Lu y automáticamente los chicos guardan silencio —¿Estás bien? —me mira.
Hoy me he sentado en el asiento de atrás, ya que Lucas ha insistido en que lo deje sentarse de copiloto. Además, a Javier le agrada la idea de pasar tiempo con Lucas, con tal de molestar a Lu.
—Si —asiento —¿Por qué lo preguntas?
—Porque no estás cantando —responde Lucas.
—Solo me duele un poco la cabeza —les sonrío para quitarle importancia al asunto.
—Y nosotros cantando como unos completos salvajes —dice Javier —es el momento de cerrar la boca por unos minutos.
Dicho eso, ellos guardan silencio el resto del camino. Primero pasamos por la casa de Lucas, y Lucrecia se baja con él para pasar el rato, de seguro solo intentarán asfixiarse con sus propias bocas. ¿Qué se sentirá tener novio? Nunca he tenido, por el simple hecho de que en este lugar todos nos conocemos, así que nadie me atrae en ese sentido. Aunque Samael está logrando romper esa barrera y me dan ganas de dejar de lado la promesa que me hice a mí misma hace un tiempo atrás, "nada de novios hasta la universidad".
—¿Nos vemos más tarde? —pregunta Javier cuando ha parado fuera de mi casa.
—No creo —niego con la cabeza —No me siento muy bien aún —hago una mueca —Quizás mañana podamos salir.
—Mañana salimos si o si —sonríe —O posiblemente mañana recibas tres visitas inesperadas.
—Solo no lleguen tan temprano —suelto una risita —Quiero dormir hasta tarde.
—Vale, vale —se ríe —después de todo es un poco difícil sacar a Lucas temprano de la cama, así que tan temprano no llegaremos.
—Nos vemos, Javi.
—Nos vemos, Abby.
Antes de irse toca la bocina, por lo que hago un movimiento de mano para despedirme de él. Cuando desaparece, entro de manera rápida para ir directo a la cocina, o más específico, al microondas de la cocina. Mamá me suele dejar el almuerzo preparado en las mañanas, antes de irse a trabajar. Hoy me dejó una sopa con trozos de pollo, que en cuanto la veo mis tripas rugen, ya que a mi madre la sopa le queda muy sabrosa.