Me arrodillo en el reclinatorio y centro mi mirada en la figura de Jesús, como lo hacía Azrael cada vez que estaba en este lugar.
Abigail.
Me giro para ver la figura de Lu a unos metros de mí. Lleva un vestido blanco, como el que me dijo que usaría para la víspera navidad, pero también sus ojos están completamente blancos, lo que no sabría descifrar.
Ayúdame, Abigail.
Susurra en tono de súplica, pero yo niego con la cabeza mientras mis lágrimas comienzan a correr por mis mejillas.
—Lu, no puedo —digo en voz baja.
Ayúdame, Abby.
—No, Lu —digo en un sollozo —Lo siento tanto —aparto la mirada de ella —No puedo, Lucrecia.
Abby...
—¡No! —grito llevando las manos a mi cabeza.
Sé que Azrael me dijo que debía estar en silencio porque Samael podía percibir el sonido de mi voz desde lejos, pero también quiero confiar que mientras esté aquí estaré segura.
El tiempo se acaba, Abigail.
—No, Lu —niego con la cabeza sin mirar su figura —No lo haré —muerdo mi labio tan fuerte que siento la sangre escapar. —No puedo ayudarte, pero si puedo intentar ayudar a Azrael.
Me quito el collar que tanto anhela Samael y lo escondo dentro de un lugar seguro en la capilla.
Salgo corriendo de la capilla del colegio y en cuanto estoy en el lugar donde están los casilleros, comienzo a meter ruido para que Samael pueda encontrarme.
—¡Samael! —grito —Un, dos, tres por ti.
Estás completamente loca, Abigail. Pero a decir verdad ya nada parece ser normal en mi vida o en mi mundo.
—¡Abigail sal de aquí! —escucho la voz de Azrael, pero ya es tarde, porque Samael está mirándome desde el otro extremo del pasillo.
—¡No!
Azrael aparece en mi campo visual y antes de que pueda llegar a mí, Samael le da un empujón que lo estampa en los casilleros y se apresura a acercarse a mí para tomarme del cuello, levantándome del suelo.
—Suelta... suéltame —intento golpear su brazo.
—¡Déjala! —Azrael llega a mi lado, lo que provoca que Samael me deje caer al suelo.
—No lo tienes —dice mirando mi cuello.
—Ni creas que te lo voy a dar, Samael —le digo y Azrael se apresura a levantarme del suelo.
—Has hecho la estupidez más grande, Abby —me dice el muy idiota con una sonrisa.
—No lo lograrás —murmura Azrael en tono enojado.
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El collar de la Muerte
Misterio / SuspensoUna extraña atracción era la que nos unía como amantes, ya no era sólo algo físico, sino que había una rara fuerza sobrenatural que me hacía ser un imán para ellos, un imán de lo bueno y lo malo, aunque también esa misma fuerza me hizo volverme el i...