XIII

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—¡Abigail! —escucho el grito de mi madre

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—¡Abigail! —escucho el grito de mi madre.

—Mamá —digo en voz baja. 

—¿Estás bien? —toma mi rostro entre sus manos —Tienes prohibido salir —me da un abrazo bastante apretado —te pudo pasar algo.

Alguien tose detrás de mi madre, pero no logro ver quien es, ya que mi mamá me tiene casi enterrada en su pecho. Vuelven a toser, pero mi madre no se separa de mí.

—Mamá —murmuro contra su pecho.

La mujer que me trajo al mundo al fin decide separarse de mí y vemos al oficial que me trajo, de brazos cruzados. 

—¿Podemos hablar? —le pregunta a mi madre y ella asiente.

—No te muevas de aquí —dice en tono de advertencia. 

Desaparece en una oficina junto al oficial y yo me siento en una de las sillas que hay afuera. Minutos después aparece Samael, con una bolsa de gel congelado apoyada en su rostro. Me sonríe, pero al hacerlo una mueca se forma en su rostro, por lo que su sonrisa se borra y se sienta a mi lado.

—¿Te duele mucho? —le pregunto. 

—No —niega con la cabeza —pero si te sonrío si me duele un poco —me guiña el ojo. 

—No podrás sonreír —le sonrío de medio lado —Con la linda sonrisa que tienes —digo sin pensar. 

—¿Te parece linda mi sonrisa? —pregunta intentando poner una sonrisa de manera coqueta, pero termina siendo una mueca. 

—Mejor quédate tranquilo —digo para hacerlo olvidar lo que dije hace unos segundos. 

—Me quedaré tranquilo, pero no pienses que olvidaré lo de la linda sonrisa —me guiña un ojo.

Me quedo mirando en dirección a la puerta y llama mi atención una mujer de cabello negro y bastante alta, le pregunta algo a un guardia y el indica a donde estamos nosotros ¿Acaso hicimos algo? 

La mujer camina a paso rápido, por lo que aparto la mirada, ya que cada vez está más cerca de nosotros.

—Samael —dice cuándo se ha detenido frente a nosotros. 

—Mamá —dice él y se cruza de brazos de manera relajada, pero la mujer parece estar furiosa. 

—¿Qué has hecho esta vez? 

—Increíblemente nada malo —responde él, lo que parece cabrear un poco a su madre.

—No estoy para tus bromas. 

—Espera que salga el oficial y le preguntas —dice Samael y pone los ojos en blanco. —¿Quieres ir a dar un paseo? —me mira.

—Mamá me prohibió moverme de aquí.

El collar de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora