XXII

472 53 4
                                        

—No me esperaba esta visita —dice un poco confundido —¿Todo bien?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—No me esperaba esta visita —dice un poco confundido —¿Todo bien?

—Sé quiénes son —le cuento —Sé quién es la pareja que me persigue y necesito hacer lo posible para cambiar el destino que les espera. 

—Dame un segundo —murmura y da un paso al interior de la casa —¡Mamá! —grita —Tengo que salir.

Se escuchan unos pasos y aparece una mujer con un delantal salpicado de harina, como si estuviera cocinando. Me mira con una sonrisa y luego mira a Azrael esperando alguna especie de explicación. Ella tiene claro quién soy, pero está claro que quiere que su hijo le explique porque aparecí sin previo aviso.

—Mamá, ella es Abigail, a quien supongo ya conoces —la mujer asiente —Y tenemos algo que hacer ahora.

—¿No quieres pasar antes? —me pregunta a mí.

—Ya se nos hace tarde, mamá —se apresura a responder Azrael, a lo que asiento para darle la razón.

—Está bien —dice ella acercándose a su hijo para dejar un beso en su mejilla —No llegues tan tarde y cuídense. 

—A la orden, jefa —responde él.

—Adiós —me despido de ella, a lo que me responde con una sonrisa. 

Caminamos en silencio, porque la madre de Azrael nos mira desde la entrada de la casa. Al perderla de vista me detengo para aclararle de manera rápida las cosas al chico junto a mí, porque ni siquiera sé cómo comenzar con esto.

—Antes de que lo olvide —se detiene frente a mí —¿Me podrías llevar a casa más tarde? —pregunto un poco avergonzada —Mamá me dijo que si me veía llegar sola me ganaría otro castigo.

—Está bien —asiente —pero ahora directo al grano, porque el tiempo avanza.

—Tienes razón —él arquea una ceja esperando una respuesta más clara —Primero necesito saber con claridad dónde están los padrinos de Lu.

—¿Tienes alguna idea?

—No —niego con la cabeza.

—¿La casa en donde viven? —arquea una ceja —puede ser una opción.

—¡Claro! —comienzo a caminar, pero me detengo luego de 5 pasos.

—¿Todo bien? —me pregunta Azrael desde su lugar.

—Ellos viven alrededor del pueblo —hago una mueca —Creo que tendremos que correr un poco.

—Servirá para ponernos en forma —se encoge de hombros —Corre, Abigail –comienza a moverse.

Pareciera que él va en un trote relajado, mientras que yo corro una maratón de velocidad. Ni siquiera logro correr dos cuadras y me detengo con la respiración entrecortada, lo que lo hace soltar una suave carcajada. Vale, ahora seré el objeto de burlas de Azrael.

El collar de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora