𝕰𝖝𝖙𝖗𝖆

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Un año después

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Un año después...

Al fin mis preciadas vacaciones de verano llegaron y no digamos que estoy ansiosa porque veré la luz del sol cálido, ya que tengo claro que desde que me fui de casa el clima no ha cambiado en lo absoluto.

Sólo mis padres están enterados de que volveré hoy a casa, bueno, y Javier, pero eso es porque nos vinimos juntos desde la ciudad. Debo admitir que fue agradable estar tiempo con mi amigo sin interrupciones, ya que a pesar de vivir en la misma casa, casi ni nos veíamos. Mi facultad estaba en un extremo de la universidad y la de él en el otro extremo, teníamos horarios totalmente distintos y los fines de semanas desaparecíamos para hacer trabajos con nuestros compañeros.

—Sana y salva —me dice Javier con una sonrisa —Vamos por tu maleta.

Nos bajamos al mismo tiempo y él saca mi maleta, la cual está un poco pesada, porque quise traer la mayor cantidad de ropa posible.

—Gracias, Javi —le doy un beso en la mejilla.

—Nos vemos, Abby —dice con una sonrisa.

Arrastro mi maleta por la entrada y tomo una fuerte bocanada de aire, para seguido de ello golpear. Mamá al verme suelta un chillido y me abraza como una loca que quiere robar mi oxígeno.

—¡Al fin llegas!

—No pensé que estarías tan feliz de verme —digo intentando separarme un poco de ella, porque la verdad es que me está asfixiando.

—¿Cómo no iba a estar feliz? Mi única bebé alejada de mí durante casi un año completo.

—Al menos tuviste la oportunidad de ir una que otra vez a verme —le sonrío.

—Casi caigo en la oferta de tu padre —me toma de la mano y me guía hasta el sofá, dejando mi maleta tirada junto a la puerta —Pero quería darte tu espacio.

Mi padre le dijo a mamá que se fuera a la ciudad a vivir con él, y aunque ella quería aceptar para pasar tiempo conmigo y retomar las cosas con él, se contuvo para dejarme salir del nido, permitiendo que me independizara un poco de ella.

—Quizás podrías pasar una semana con él —muevo mis cejas —Ahora será él quien me extrañe y de seguro un poco de compañía le vendría bien.

—Pareces una cría molestando a tus padres como si estuvieras en primaria.

—Vamos, mujer —me río —Un poco de humor no le hace daño a nadie.

—Mejor iré a prepararte algo de comer —voltea los ojos con una sonrisa.

—Mamá —la detengo —¿Crees que primero pueda ir a...?

—No hay problema —me sonríe —Sabes perfectamente donde están.

Me pongo de pie para darle un rápido abrazo y me voy en dirección a la calle para caminar a la construcción que hay al otro lado del pueblo.

El collar de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora