El día viernes llegó y el pánico comienza a recorrer mi cuerpo al no saber cómo estar más cerca de Lucas, ya que tengo que dejarlo libre al menos el fin de semana. Cuando comprendí en cierto punto porque veía a ese gato que un día llamamos Flaño, no me despegué de Lucas, lo cual lo dejó un poco descolocado, ya que luego de haber estado en una faceta en que me alejaba de mi grupo, me pegué a él como un pegote.
La próxima semana acaba nuestro primer semestre escolar, por lo que tendremos al menos dos semanas para estar fuera del colegio y por primera vez no anhelo que eso pase. Si bien me veo bastante seguido con mis amigos en vacaciones, es distinto a todas las horas que pasamos juntos en el colegio.
—Lu se pondrá celosa si sigues así —dice Lucas en tono de broma.
—No me importa —respondo pegándome aún más a él.
—¿Desde cuándo mi mejor amiga es un pegote? —arquea una ceja, un poco divertido.
—Desde... —apoyo mi dedo en mi mentón como si estuviera pensando —¡Desde siempre, bobo! —me separo de él para darle un empujoncito juguetón.
—¿Siempre? —vuelvo a arquear una ceja.
—Es sólo que cada vez se acerca más el final del colegio —me excuso —Sólo nos queda el siguiente semestre juntos.
—No digas eso —me da un beso en la cabeza —Sabes que tenemos planeado lo de la universidad.
—Lo sé —suelto un suspiro —pero será diferente.
—Tratemos de hacerlo lo más cómodo posible —me sonríe de una manera que me hace sumergirme en la tranquilidad.
—Eres el mejor —le devuelvo la sonrisa.
—Tú también lo eres —me guiña un ojo.
Dudo que yo sea la mejor a esta altura. Siento que soy algo así como la mala de la historia.
Antes de que pueda decirle algo más, la campana hace su aparición, lo que inconscientemente me obliga a ejercer cierta presión en el cuerpo de mi mejor amigo, algo que él parece notar.
—¿Todo bien, Abby? —me pregunta Lucas.
—Eh... si —intento disimular —¿Quieres almorzar conmigo?
—Lo siento, Abby —dice con una sonrisa triste —pero le prometí a Lu que pasaría la tarde con ella —dice mirando de reojo a la chica que está mirando por la ventana —Sabes que ella sigue un poco demacrada por lo del mes pasado —asiento.
—No te preocupes, está todo bien —le digo de manera amable.
—¡Lu, hora de irnos!
La chica que parecía estar totalmente distraída, se gira a su novio y asiente con la cabeza para luego tomar su mochila y despedirse de mí con una vaga sonrisa.
—¿Bajamos juntos? —me pregunta Javier.
—Claro —le sonrío.
—Primero iré al baño —me guiña un ojo.
—Está bien, Javi.
Mi amigo deja su mochila tirada en su lugar y sale corriendo del salón para ir al baño, por mi parte me dedico a guardar las cosas dentro de la mía para tener todo listo cuando vuelva.
—¿Qué pasa en esa cabecita? —siento una voz en mi espalda.
—Ya déjala, Samael —entre Azrael a la escena.
—Tú no te metas, perrito faldero —le responde a Azrael.
—No comiencen —me giro a mirarlos —No otra vez.
—Yo solo quiero hablar y es él el que se mete —dice Samael mirando con cierto asco a Azrael.
—Nada bueno viene contigo —murmura Azrael, mirando de manera fulminante a Samael.
—Es en serio —me quejo —Paren.
Ni siquiera sé cómo esos dos han aguantado juntos el semestre. Yo no soportaría estar sentada junto a alguien que no me agrada.
—Sólo te digo que en el momento menos pensado vas a volver corriendo a mí —Samael se pone de pie y me guiña un ojo —Azrael no es tan sincero como crees.
Le da una última miradita burlona a Azrael y toma su mochila para salir del salón, pasando junto a Flaño, el gato que actualmente está muerto.
—¿Qué trató de decir con eso? —me giro a mirar a Azrael.
—Nada —niega él.
—¿Nada? —arqueo una ceja.
—Nada malo, Abigail —suelta un suspiro —Sólo se refiere al hecho de que no hablo de mi vida antes de la adopción.
—¿Acaso él sabe cosas de ti? —asiente. —¿Qué se supone que sabe de...?
—¡Estoy listo, Abby! —el grito de Javier me interrumpe —¿Bajas con nosotros, Azrael?
—No —niega él —Tengo algo que hacer antes —se levanta de su silla. —Adiós, Abigail —me sonríe —Adiós, Javier.
—¡Bye, Azrael! —grita mi amigo —Vamos, Abby.
༺✞︎༻
El gato camina por el pequeño camino que lleva de mi casa a la acera que da a la carretera. Lo observo fijamente y él se detiene para mirarme. En cuanto me pongo de pie y me acerco a él, él comienza a caminar a la acera. Una vez más me detengo y el pequeño felino se gira a mirarme, dándome a entender que lo que quiere es que lo siga.
Como no me vuelvo a detener, el animalito sigue caminando y cada vez acelera más sus pasos, hasta llegar a una parte solitaria donde hay una vieja y pequeña cruz de madera.
—Aquí fue donde te enterramos con Lucas —le digo al animal, quien me ignora y se dedica a lamer su cuerpo —¿Por qué me has traído a este lugar? —digo un tanto confundida.
Cuando teníamos doce años, la gata de la vecina de Lucas tuvo tres gatitos y solo uno sobrevivió. Como yo siempre quise un gato, pero mamá nunca me dejó, Lucas le pidió el gato a su vecina y me dejaba visitarlo siempre, como si fuera de los dos. Un día, cuando el felino ya tenía dos años, se escapó siguiendo a un ratón que había salido del sótano de la casa de mi amigo, por lo que comenzamos a correr en busca de él, para minutos más tarde encontrarlo bajo los dientes de un perro.
Ambos lloramos por el animalito y le habíamos tomado tanto cariño que decidimos hacerle una pequeña tumba, a la que le dejábamos flores de vez en cuando.
—Quiero que me ayudes a comprender porque me has traído aquí —murmuro y en respuesta escucho un miau.
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El collar de la Muerte
Mystery / ThrillerUna extraña atracción era la que nos unía como amantes, ya no era sólo algo físico, sino que había una rara fuerza sobrenatural que me hacía ser un imán para ellos, un imán de lo bueno y lo malo, aunque también esa misma fuerza me hizo volverme el i...