Una extraña atracción era la que nos unía como amantes, ya no era sólo algo físico, sino que había una rara fuerza sobrenatural que me hacía ser un imán para ellos, un imán de lo bueno y lo malo, aunque también esa misma fuerza me hizo volverme el i...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El miércoles cuando llegué al colegio junto a Javier, nos enviaron de vuelta a casa antes de poder bajarnos de nuestras bicicletas, por lo que, en mitad de camino, le informamos a varios chicos del colegio que volvieran a sus casas. Además, se podía ver que había bastantes vehículos desconocidos en el lugar. El jueves nos informaron de la lamentable perdida de Pedro, un chico de segundo, por lo que ese día hubo un acto en conmemoración a él en la capilla del colegio, en donde le pedimos al señor que lo guardara en su santo reino, sin embargo, el sacerdote que dijo eso, es el mismo que nos dice que los suicidas no tendrán un lugar junto a Dios. El viernes luego de terminar las clases a mediodía, bajamos casi todos a la iglesia del pueblo para luego ir al cementerio a dejar los restos de Pedro y acompañar a su familia, porque en este pueblo todos nos conocemos, aunque sea solo de vista. Me rompió el corazón escuchar a su madre soltar un grito desgarrador cuenta la tierra caía sobre el cajón que contenía el cuerpo de su hijo, además, de que en cierto punto me sentía culpable, porque quizás yo pude haber hecho algo para impedir aquel lamentable hecho.
Hoy es lunes y me siento un poco incómoda, porque me sentí observada durante todo el fin de semana, sin embargo, siempre que miraba a mi alrededor, me encontraba completamente sola o nadie me miraba. Excepto el sábado por la mañana, que estuve con los chicos terminando nuestro trabajo y en ese momento era obvio que recibiría las miradas de mis compañeros.
—Muy buen trabajo —nos felicita Lucía cuando hemos terminado de exponer —ahora tomen asiento, y que pase el grupo de la guerra fría.
Volvemos a nuestros lugares y ponemos atención al último grupo que le toca presentar, aunque mi mente ha estado un poco distraída estos días, por lo que me cuesta concentrarme. No pensé que mi inicio de año escolar iba a ser tan fatal.
—¿Puedes ayudarme a entrar al baño de chicas? —susurra Lucas a mi lado.
—¿Por? —lo miro un tanto confundida.
—Quiero orinar —responde en voz baja.
—Pero ¿Por qué al baño de...? —me interrumpo a mí misma —¿Tienes miedo de ir al baño de chicos?
—Claro que no —niega.
—¿Seguro? —levanto una ceja.
—Es un poco incómodo, es más por eso —murmura —Pero si no me quieres ayudar puedo ir al baño del otro extremo del colegio.
—Vale —pongo los ojos en blanco —yo te ayudo, pero cerremos la boca por ahora.
Como nos queda tiempo antes del toque de campana, Lucía nos deja salir antes del salón, por lo que se me hace fácil ayudar a Lucas para que entre al baño de chicas, ya que casi todas estaban en sus respectivas clases. Caminamos al comedor y nuestros amigos tienen nuestro desayuno, además de que están sentados con nuestros compañeros de trabajo.
—¿Ya podemos comer? —pregunta Javier.
—Espera un poco —le dice Lu —si quieren seguir sentándose con nosotros —mira a los nuevos integrantes de la mesa —Tienen que saber que una vez al mes compartimos el desayuno —Ahora sí podemos comer —mira a Javier.