El día domingo llegó, lo que significa que oficialmente cumplo 18 años, aunque no me siento tan emocionada como a principio de semana y eso sólo se debe a las constantes punzadas en el pecho que he sentido estos días, además de que no tengo claridad de lo que va a ocurrir con exactitud. Desperté todas estas noches escuchando lluvia, pero al asomarme por la ventana la noche estaba igual de nublada que siempre. Anoche mientras sentía esa lluvia, la imagen de un auto rojo vino a mi mente, pero nada claro.
Otra cosa que pasó esta semana fueron las extrañas miradas con Azrael. Cada vez que nos topábamos estando solos, nos quedamos mirando fijamente sin decir nada, pero teniendo una extraña conexión, además de que estuvimos unas dos o tres veces juntos en la capilla, aunque no nos dirigíamos la palabra y seguíamos con el juego de miradas. Al volver al salón bajo la mirada de todos, éramos dos completos desconocidos, algo que a Samael parecía agradarle, ya que le dedicaba miradas burlonas a Azrael cuando yo no miraba a ninguno de los dos, o eso es lo que creían ellos.
—¿A qué hora llegarán tus amigos? —me pregunta mamá.
—En una hora aproximada —respondo —Aunque no creo que Samael llegue con ellos.
—Él me parece un poco extraño de vez en cuando —dice mamá sentándose a mi lado —No es que lo esté juzgando, es sólo que se ve distinto al resto de los chicos.
Y eso lo hace mucho más atractivo.
—De seguro es porque es de otro pueblo —me encojo de hombros —Quizás más adelante comience a actuar como el resto.
Espero que no, porque eso lo volvería un aburrido.
—Tienes razón —dice asintiendo con su cabeza —No le digas que me parece un poco rarito.
—No le diré —le aseguro.
Mamá me da un beso en la mejilla y se pone de pie para ir a la cocina a comprobar que todo esté listo, ya que cuando es mi cumpleaños suele cocinar para un ejército, y por alguna extraña razón no suele sobrar mucha comida, aunque más bien, esa extraña razón se resume en los estómagos que tienen Lucas y Javier, o como los llama mamá, estómagos sin fondo.
Al igual que mi madre, me levanto del sofá, pero dirijo mi dirección a mi habitación porque quiero terminar de arreglarme para cuando lleguen los chicos, o más bien, arreglarme para que Samael piense que me veo un poco linda. En esta parte del mundo la sociedad se rige por un lado un tanto machista, en donde a pesar de que quiero valerme por mí misma, a veces siento la necesidad de querer la opinión de un hombre, lo que no debería ser.
Ayer recorté un poco mi cabello, por lo que hoy es una melena un poco más decente, la cual tendrá unas ondas de adorno. Me vestí de una manera simple, ya que solo estaremos en casa, pero eso no quiere decir que esté vestida como una vagabunda o algo por el estilo.
Con mi cabello ya listo, me pongo de pie frente a mi espejo y miro la cadena simple en mi cuello. Luego de que me causara un poco de alergia la cambié de mano, aunque pasó lo mismo, así que la colgué en mi cuello y milagrosamente no ha tenido ningún efecto, por lo que esa parte de mi cuello permanece natural.
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El collar de la Muerte
Misterio / SuspensoUna extraña atracción era la que nos unía como amantes, ya no era sólo algo físico, sino que había una rara fuerza sobrenatural que me hacía ser un imán para ellos, un imán de lo bueno y lo malo, aunque también esa misma fuerza me hizo volverme el i...