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En este mundo no sé si sea una ventaja o una desventaja ser un inmortal que no siente la necesidad de dormir como el resto de personas a su alrededor

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En este mundo no sé si sea una ventaja o una desventaja ser un inmortal que no siente la necesidad de dormir como el resto de personas a su alrededor. Puedo estar al pendiente de todo lo que pasa a mi alrededor, pero a veces quiero desconectarme de eso y sentir el placer que describe la gente cuando duerme.

Al menos sé que manteniéndome despierto puedo proteger a mis padres, o más bien a quienes me adoptaron hace unos años pensando en que yo era una señal divina en sus vidas, algo que no es tan erróneo.

Salgo a rondar la casa de Abigaíl, como se me ha vuelto costumbre este último tiempo por las noches, ya que también siento la necesidad de protegerla. Cuando descubrí que ella era quien tenía mi collar, tuve que comenzar a estar al pendiente de su vida, porque tenía que proteger lo que llevaba buscando por bastante tiempo, sin embargo, con el paso de los días también se volvió una necesidad protegerla a ella como persona, protegerla de Samael, quien tiene el mismo objetivo que yo. Conseguir el collar del ángel de la muerte, mi collar.

Si bien ese collar es importante para mí, también lo necesito porque sin él todas las personas que han muerto en estos últimos años están como almas perdidas en el limbo. Pero Samael solo lo quiere conseguir por maldad, ya que en cuanto mi tiempo se acabe esas almas pasarán al infierno, incluido yo.

Abigaíl se asoma por la ventana de su habitación, mirando un punto fijo entre los árboles del bosque, aunque no es capaz de distinguir que es lo que está mirando con exactitud. Sin embargo, yo sé perfectamente que es lo que hay donde ella mira, yo sé que eso que está entre los árboles es Samael intentando vigilarla.

Llamo la atención de la chica, quien me deja entrar dejando en claro que no se siente segura estando sola por esta noche y posiblemente tiene razón al creer eso, ya que el peligro la acecha desde las sombras.

Me acerco a ella con la intención de escuchar lo que tiene para decir y saber que tan cerca está de la verdad, pero mi plan se va al olvido en cuanto me dedico a analizar lo que lleva puesto. Como la fina capa de tela sobre su cuerpo no tapa como en realidad debería y como su cuerpo reacciona ante mi tacto y mi mirada. Me vuelve loco de deseo y una mortal no debería provocar eso en un ángel, porque tendría que dejarla y luego recibir mi castigo.

Pero ahora ya es demasiado tarde para arrepentimientos, ya caí en la tentación y no sirve de nada retractarme, porque ya infringí contra una de las reglas que juré no romper.

La mirada que sentía hace unos momentos se vuelve a hacer presente y nos mira descaradamente desde la oscuridad. Yo puedo esconderme de Samael si así lo quiero, pero si estoy en un lugar como este puedo quedar expuesto con facilidad. Esa es una de las razones por las que la capilla es mi refugio, porque me ayuda a ocultarme de él. Un demonio no se siente seguro dentro de la casa de Dios.

—¿Por... por qué...? —pregunta mientras aparta mi mano que cubría su boca —¿Por qué... paras?

—Nos están observando —digo sin rodeos, separándome de ella.

El collar de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora