28.

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Frío. Esa fue la primera palabra que cruzó su mente. Tenía frío. Mucho. No sabía dónde estaba. Estaba totalmente desorientada. Miró a su alrededor, en busca de una pista que la ayudase a descubrir su paradero. La luz de la luna iluminaba lo suficiente para poder observarlo todo. Estaba tumbada sobre una carretera, aún caliente del sol del día. No conseguía recordar cómo había llegado a ese lugar. Se incorporó con gran esfuerzo, las heridas, aún abiertas y sangrando, dolían.

Se movió lentamente, concentrándose en no perder el conocimiento a causa del dolor, en busca de alguna señal que indicase dónde se encontraba.

Cuando quiso darse cuenta, el coche estaba demasiado cerca como para apartarse, el conductor trató de frenar, sin conseguirlo. El coche la golpeó de lleno.

Volvía a estar con la espalda pegada al hormigón caliente de la carretera, esforzándose en respirar. La boca le sabía a sangre y las estrellas brillaban en el firmamento.

Una pareja bajó del coche, el hombre atendía a la joven tirada en la carretera, mientras la mujer llamaba a una ambulancia.

El hombre trataba de mantener a la chica consciente. La hablaba suavemente, como si de un animal herido se tratara. La hacía preguntas, tratando de mantenerla despierta hasta que la ambulancia llegase.

Muchas preguntas. Demasiadas. No conseguía concentrarse, estaba muy cansada.

El hombre la preguntó por su nombre, aquella respuesta se la sabía. Contestó débilmente, para después mirar las estrellas por última vez antes de perder el conocimiento.


- Dean...

El cazador se giró, reconociendo aquella voz, no podía ser. Se quedó de piedra al verla. Estaba tal y como la recordaba, sus ojos grises brillaban de alegría, y una sonrisa dibujaba en la cara de la chica.

- ¿Iris? - consiguió tartamudear Dean.

La sonrisa de la chica se hizo más grande y abrazó al de ojos verdes. Dean seguía sin entender cómo aquello era posible, cómo era posible que ella estuviese viva. Pero en aquel instante no le importó, la envolvió con sus brazos, abrazándola fuertemente, aspirando su olor. La había echado tanto de menos...

Tras unos instantes, los dos jóvenes se separaron. Dean apartó un mechón de pelo que la caía por el rostro.

- Creía que estabas muerta, que te había perdido para siempre. ¿Cómo...?

El cazador ni siquiera tuvo tiempo de finalizar la frase, cuando la expresión de la chica cambió, sus ojos grises dejaron de brillar, como si ya no tuvieran vida. Iris empalideció de repente, y una mueca de dolor atravesó su rostro.

La chica trataba de coger algo de oxígeno, se estaba ahogando. Comenzó a toser, cada vez más violentamente, se estaba ahogando con su propia sangre.

Dean desesperado, no sabía qué hacer.

- ¡Iris!

- Dean... - consiguió decir la chica, a pesar de toda la sangre que había en su boca.

Esas fueron sus últimas palabras, Dean se quedó sujetando su cuerpo sin vida. Una vez más había fallado. Una vez más, Iris había muerto. Y todo porque él no había sido capaz de salvarla.

- ¡DEAN! - La voz de Sam despertó a Dean, sacándolo de aquella pesadilla. - ¿Estás bien?

Dean tardó unos instantes en situarse, Sam le miraba con preocupación, esperando una respuesta.

Supernatural (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora