44.

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En el búnker de los hombres de letras sólo se escuchaba el sonido de las páginas de los libros ser pasadas. Los protagonistas de esta historia buscaban desesperadamente algo que pudiera ayudarles a hacer frente a Samyaza.
Los ataques a los humanos ya habían comenzado, en la prensa ya aparecían en las noticias, cada vez más, sobre la muerte de pueblos enteros, donde parecía que los habitantes habían luchado entre ellos hasta morir. Todos sabían lo que significaba aquello: Lullaby. Se quedaban sin tiempo.
Iris trataba de concentrarse en las palabras que tenía delante, sin embargo su visión se desenfocaba continuamente haciéndole imposible leer una línea entera.
La chica estaba cubierta de sudor frío, se encontraba fatal.
Desde que Azkeel la había clavado aquella extraña daga dorada, todo había ido cuesta abajo.
La herida había dejado de sangrar, sí, sin embargo no se curaba, la piel de alrededor había cogido una tonalidad verduzca y morada que tenía una pinta horrible.
Por otro lado, la de ojos grises cada vez se encontraba más débil, su vitalidad se apagaba a cada minuto que pasaba, apenas era capaz de levantarse de un asiento sin marearse. Aquello la preocupaba de sobremanera, se sentía completamente inútil y estaba muy asustada. Sin embargo, también tenía un orgullo enorme, no les había dicho nada a sus amigos, no quería que sintieran pena por ella, ni que se preocuparan, tenían demasiados problemas ya. Y de todas formas, era su problema, no el de ellos. Ella lo tenía claro, sólo tenía que aguantar el tiempo suficiente como para matar a Samyaza.
Finalmente, la de ojos grises se levantó de su asiento, haciendo un gran esfuerzo por no tambalearse, y se dirigió al mueble bar, necesitaba un trago. El alcohol no la iba a ayudar con su malestar, pero al menos la distraería un poco.
Las miradas de sus amigos se posaron en ella, no eran tontos, sabían que algo la ocurría, estaba distante con todos ellos, no hablaba a no ser que la dirigieran la palabra y bebía mucho. Muchísimo.
Sin embargo, por más que intentaran acercarse a ella, la de ojos grises no se lo permitía, se refugiaba en su naturaleza demoniaca, siendo fría y distante, ni siquiera hablaba con Ertael, tenía claro que se estaba muriendo, y prefería que la odiaran a que la quisieran y trataran de traerla de vuelta. Estaba cansada de todo.
Dean fue el único que no volvió a enfrascarse en su lectura, la observó hasta que sus miradas se cruzaron. Le dolía tanto verla así.
Desde que había vuelto a ser humano y sus sentimientos habían vuelto, todo el tema de Iris le estaba destrozando. Al menos antes, ella era un demonio, sí, pero por lo menos hablaba con él. Ahora, llevaba unos días que ni siquiera le miraba a la cara.
Al cruzar la mirada con el mayor de los Winchester, la morena salió de la habitación sin decir nada más, no sin antes agarrar la botella de vodka. Por muy demonio que fuera, lo que sentía por Dean era más fuerte. Iris no lo entendía, podía matar a 100 personas de golpe y no sentir el más mínimo remordimiento, y sin embargo, se moría por dentro cada vez que veía al de ojos verdes y se daba cuenta de que lo suyo era imposible. Era el fin de la humanidad, ella era un demonio, y él, mataba demonios. Y para colmo, se moría.

Dean no lo soportó más. Necesitaba respuestas y las necesitaba ya. Cerró el libro de un golpe, para luego, levantarse de la silla e ir detrás de Iris.
Sam suspiró, mientras observaba a su hermano salir de la habitación, conocía aquella mirada que llevaba el de ojos verdes y a su amiga, algo en su interior le decía que iban a discutir. Tampoco se le escapó la mirada que Ertael le dirigía a Castiel.
- Vosotros sabéis algo ¿verdad?
Ambos se quedaron en silencio, Sam se tomó aquella respuesta como un sí.

Dean entró en la habitación de Iris, encontrándosela sentada en el suelo, apoyada en la pared que se encontraba frente a la puerta.
La chica le miró desafiante, mientras bebía un trago directamente de la botella.
Dean echó un vistazo a la habitación, daba asco. Iris no es que alguna vez hubiera sido la reina de la limpieza, pero al menos en su habitación había cierto orden, esta vez, sin embargo, todo estaba tirado por todas partes, ropa, cajas de comida, objetos, algunos de ellos rotos por la misma Iris en un ataque de rabia...
- Se puede saber qué te pasa. - preguntó Dean, aún en el umbral de la puerta.
- Nada.
- No hace falta conocerte mucho para saber que te ocurre algo.
- Bueno y qué si me pasa algo, no es asunto tuyo.
- Iris...
- No, no te metas en mis asuntos, Winchester. - se encaró, mirándole a los ojos.- Si os estoy ayudando es porque tenemos un objetivo común, pero tenlo claro, en cuanto Samyaza caiga muerto, cada uno por su camino. Y si no volvemos a vernos mucho mejor.
- ¿Cómo que si no volvemos a vernos mejor? ¿Después de todo lo que hemos pasado juntos?
- Precisamente por eso.
- ¿Y qué hay de nosotros?
- ¿Nosotros? - Iris soltó una risa sarcástica. - No existe ningún "nosotros". Eres humano, un cazador, y yo un demonio. Acéptalo de una vez. No me interesas lo más mínimo, y cuanto antes lo aceptes mejor. Mantente alejado de mi y todo estará bien.
- ¿Qué pasa si no quiero? Iris puedo ayudarte, seguro que hay algún modo de volver a convertirte en humano.
- No puedes pretender salvar a todo el mundo, Dean. Especialmente a aquellos que no quieren ser salvados. Te lo digo en serio, aléjate de mí.
- No.
- Te digo todo esto por respeto a lo que tuvimos, con cualquier otra persona no habría tenido tanta paciencia. Pero si sigues intentando "salvarme" como tú dices, acabaré matándote.
- No hablas en serio.
- La Iris de la que te enamoraste está muerta, Dean. No hay vuelta atrás. Y cuanto antes lo aceptes, menos sufrirás.
- No pienso rendirme contigo, aunque me cueste la vida. No has entendido que si tú no estás, no tengo nada por lo que seguir viviendo. - Dean comenzó a acercarse a ella, en respuesta, la de ojos grises se levantó del suelo con rapidez, no podía seguir en aquella habitación con él, mintiéndole de aquella manera, pero era lo mejor, se autoconvenció, cuanto antes la odiara Dean, antes se olvidaría de ella, y de ese modo, no trataría de encontrarla.
- Hablo en serio, Dean. Olvídate de mí, no quiero saber nada... - la de ojos grises no acabó la frase, el mareo que había sentido antes al levantarse se convirtió en un desmayo.
A Dean todo aquello le pilló por sorpresa, sin embargo, consiguió reaccionar en el último momento, sujetando el cuerpo de la chica, y aunque acabaron en el suelo, consiguió evitar que ella se golpeara.
- ¡Iris! Venga, Iris no me jodas ¡despierta! - Dean empezaba a perder los nervios, era la primera vez que un demonio se desmayaba delante suyo, aquello no era normal, ni bueno. En ese mismo instante, se dio cuenta de que su mano estaba empapada en un líquido caliente, al igual que la camiseta de Iris, sangre. Y al levantar la camiseta, Dean entró en pánico.

- ¿Cómo que se está muriendo? Cas, qué mierdas dices. - Sam trataba de entender lo que su amigo acababa de revelar. - ¡Si es un demonio!
- Ella...
- Creo que he encontrado lo que estábamos buscando. - les cortó Ertael, quién había ignorado la conversación y se había puesto a leer uno de los libros que había sobre la mesa, no quería hablar de cómo Iris se estaba muriendo, era algo en lo que prefería no pensar, principalmente, porque sabía que aquella daga había sido para él, porque sabía que Iris se estaba muriendo por su culpa. Y era algo con lo que no podía.
-  Con esto podemos matar a Samyaza.
Sam fulminó al ángel caído con la mirada, le debían una explicación, aquello no iba a quedarse así.

- ¡Necesito ayuda! - el gritó de Dean atravesó la habitación. - ¡Sam!

Iris se despertó desorientada, con un fuerte dolor en el costado izquierdo, al abrir los ojos se encontró con la mirada preocupada de Dean. En el momento en el que la chica se centró, trató de separarse de él.
- Que me dejes. - mustió la de ojos grises.
- ¿Te estás muriendo? - preguntó el cazador, cogiéndola por sorpresa. Iris le miró, el de ojos verdes la miraba serio, alternando la mirada entre su cara y la herida del abdomen. Por encima del hombro del cazador, vio a Sam, Castiel y a Ertael mirándola con preocupación. Estaba pasando justo todo lo que trataba de evitar.
- Teníais que abrir la bocaza. - Iris apartó a Dean y se incorporó con dificultad, el de ojos verdes trató de ayudarla nuevamente, pero ella no le dejó.
- Iris... - comenzó a hablar Sam, tratando de suavizar la situación.
- No. Dejadme en paz de una vez. ¡Si me muero me muero! Es mi puto problema.
La joven salió de la habitación aguantándose las lágrimas, había podido los papeles, no lo soportaba más, no soportaba seguir en aquella habitación por más tiempo, rodeada de sus seres queridos mirándola con pena. Sintiendo la mirada destrozada de Dean.
Se estaba volviendo loca, su interior era un torbellino de emociones, ya no sabía qué hacer, estaba completamente perdida.
Corrió fuera del búnker, necesitaba aire fresco y tranquilizarse. Por primera vez desde el ataque de Azkeel, la chica se mentalizó de lo que la estaba ocurriendo. Se estaba muriendo.
Su plan de que nadie se enterara, que la odiaran y desaparecer y que no la echaran de menos ya no iba a ser posible.
Sintió miedo. Un miedo terrible que ascendía por su garganta, impidiéndola respirar. No quería morirse, no quería dejar a sus amigos y sobretodo, no quería dejar a Dean.
- Iris... - la voz de Castiel sonó a su espalda, la chica se giró. - Vuelve dentro.
- No puedo. - contestó la chica, al borde del ataque de ansiedad. El ángel abrazó a su amiga, tratando de tranquilizarla.
- Tienes que volver a entrar y enfrentarte a ello. No estás pasando por algo sencillo, nadie va a culparte por todo esto.
- Joder, Cas, llevo días siendo una gilipollas con todos. Les he ocultado todo esto. No puedo... No sé ni cómo mirarles a la cara, no después de todo... Cada vez que pienso en lo que les he dicho... especialmente a Dean... - la joven se apartó un poco del de ojos azules.- Ni siquiera soy capaz de mirarle a la cara. Y eso me está destrozando... A pesar de haberme convertido en un demonio... lo que siento por él... Es demasiado fuerte... He intentado alejarme de él, para no hacerle daño. Creéme lo he intentado todo, pero no puedo... no puedo dejar de quererle...
Castiel la miró durante unos instantes sin decir nada, le partía el corazón verla sufrir de aquella manera, finalmente sonrió levemente.
- Y es por eso por lo que tienes que hablar con él cuanto antes.
- Te estoy diciendo que soy incapaz...
La chica comenzó a protestar, sin embargo antes de que finalizara la frase, el ángel ya había desaparecido. Al no estar el cuerpo de Castiel delante suyo, Iris pudo ver a Dean, que se acercaba a ella.
- Dean...
- No hace falta que digas nada. - dijo él, eliminando la poca distancia que había entre ellos. - Lo he escuchado todo.
Y dicho esto, el de ojos verdes la besó, cogiéndola por sorpresa al principio, sin embargo Iris pronto se entregó a aquel beso. Dándose cuenta lo mucho que había echado de menos aquellos labios. Dejó que las emociones que tanto había trabajado por esconder salieran a la luz. Por un instante la abrumó todo aquello, llevaba mucho tiempo sin sentir absolutamente nada. Finalmente sus bocas se separaron.
- No sabes el alivio que siento ahora mismo. - dijo Dean, acariciándola con ternura la mejilla. - Creía que me odiabas, que te había perdido.
- Me es imposible odiarte, Winchester, y mira que lo he intentado.

Bueno, capítulo nuevo, esta vez no he tardado ni tanto en subirle 😂
En fin espero que os guste, y bueno comentad y votad y todo eso que siempre me hace ilusión.
Ah, y sólo deciros que queda un capítulo más y esta historia estará acabada, quién iba a decirlo, después de tanto tiempo la voy a terminar, ni yo me ll creo, la verdad.
En fin, no sé cuando subiré el último capítulo, ya que tengo claro lo que va a pasar pero escribirlo es otro tema😂 Intentaré no alargar mucho la espera, pero no prometo nada.
💖💖💖

Supernatural (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora