10.

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Antes de nada quiero daros las gracias por todos vuestros votos y comentarios, en serio, muchísimas gracias, me animan un montón para seguir escribiendo.

Espero que os guste el capítulo, y ya sabéis, votad y comentar con vuestras opiniones o con lo que creáis que va a pasar.

Y de nuevo, muchas gracias por leer♡

La piel de Dean comenzó a desgarrarse, a la vez que de la carne abierta brotaba sangre, mientras el chico gritaba de dolor.

Iris no podía moverse, no podía ayudarle, trató de apartar la mirada, pero el hombre de la gabardina se lo impidió, sujetándola la cara con su mano derecha, mientras sonreía. A continuación, clavó una especie de espada plateada en el abdomen de la chica de ojos grises, y luego tiró de ella hacia arriba, abriéndola en canal. La chica intentó gritar de dolor, pero el grito fue sustituído por sangre que le cayó de la boca.

Se despertó de golpe, jadeando, empapada de sudor. Miró el reloj, las 6 de la mañana, apenas había conseguido dormir 3 horas.

Hacía años que la chica no dormía bien, las pesadillas la habían acompañado desde los asesinatos de su familia, había llegado a acostumbrarse a ellas, prácticamente era siempre lo mismo, el recuerdo que tenía de aquella noche, que se repetía una y otra vez. Sin embargo, desde que Dean había muerto, las pesadillas habían cambiado. Se habían vuelto peores y era incapaz de dormir más de 4 horas seguidas. Últimamente soñaba con un hombre al que nunca antes había visto, era un hombre bastante atractivo, de pelo negro y ojos azules, que llevaba una gabardina amarilla. Los sueños siempre eran diferentes, pero siempre acababan igual. Con aquel hombre asesinándola. A veces eran muertes rápidas e indoloras, pero otras era increíblemente lentas y dolorosas.

La chica se levantó de la cama del motel y se dirigió al baño a darse una ducha, negándose a dormir más. Abrió el grifo del agua y se miró al espejo, mientras ésta se calentaba.

Tenía unas ojeras muy marcadas, la piel pálida y estaba más delgada que de costumbre. La chica se tomó dos pastillas antes de entrar en la ducha, pues el cansancio y la falta de sueño la producían dolor de cabeza. Se metió en la ducha, y contempló cómo el agua arrastraba toda la sangre que momentos antes había cubierto su cuerpo. Era la sangre de un demonio del que se había encargado horas antes, aquella misma noche.

Llevaba bastante tiempo dedicándose exclusivamente a la caza, sin descansar ni un momento. Llegando a cazar 4 o 5 seres en una semana.

Había dejado de contestar las llamadas de teléfono de Ellen, Jo, Bobby e incluso las de Sam. Sabía que estaban preocupados por ella, no dejaban de repetirla que tenía que descansar, que a ese paso iba a acabar muerta. Pero no podía. Era incapaz de dormir por culpa de las pesadillas. Necesitaba mantenerse ocupada con algo o acabaría volviéndose loca. Además, cada vez que acababa con la vida de uno de aquellos seres, un sentimiento de paz y felicidad la recorría el cuerpo de arriba a abajo. Disfrutaba viéndoles morir.

La chica echó un último vistazo a la habitación del motel, no había restos de sangre ni de ninguna otra prueba que indicase que ella hubiese estado allí. No quería que sus seres queridos la encontrasen. Necesitaba estar sola.

Salió de allí, se metió en su audi negro y comenzó a conducir, sin tener un rumbo fijo al que dirigirse. Quería escapar de todo.

Al cabo de dos horas detuvo el coche, reconocía aquel lugar, no podía creerse que inconscientemente hubiese conducido hasta la tumba donde habían enterrado a Dean. La chica aparcó el coche junto a una gasolinera, y andó durante unos minutos, dándose cuenta de que pasaba algo raro. Todos los árboles que rodeaban la tumba estaban caídos. Entonces le vió. Vió a Dean.

Supernatural (Dean Winchester)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora