Cuando la noche volvió a morar en el desierto, Tom y Lilith comenzaron a despedirse de todas las personas de la comunidad, albergando cierta tristeza dentro de ellos al hacerlo. A pesar de no compartir un mismo código para comunicarse, junto a aquellos moradores del desierto habían reído, conversado y compartido durante horas, todo a través de gestos faciales y algunas traducciones del jefe, lo cual les resultó bastante grato y divertido.
Los habitantes del oasis les dieron agua y comida para más de cuatro días, además de algunas reservas de petróleo para su jeep, las cuales tenían guardadas en caso de emergencia. El agrado de los marroquíes hacia ellos fue tal, que no dudaron en atiborrarlos de todas las provisiones necesarias para su viaje, ignorando el real objetivo de éste.
Ellos eran unos simples turistas, esa era la versión que les habían presentado, y sería también la única que llegarían a conocer. No era necesario ni conveniente entrar en detalles.
—Espero lleguen seguros a su destino... —habló el jefe—. Alá esté con ustedes...
—Muchas gracias a todos... —respondió Tom.
—Shukraan, jazak Allah Khair. —agradeció Lilith, mientras hacía uso del árabe que le habían enseñado aquella tarde.
Los niños observaban a ambos con aflicción, y aún más a Thomas, quien había jugado con ellos y con quién habían compartido un par de juegos de soccer que él les dejó ganar de manera inocente. Aunque ellos sospecharon que el inglés había fingido su inhabilidad con el balón, jugar juntos les pareció muy divertido de todos modos.
La agente y el economista subieron al todoterreno para volver a emprender su viaje, mientras las personas que lentamente dejaban atrás agitaban sus manos con cariño y cierta melancolía.
—Ha sido increíble... —habló Tom mientras conducía—. A pesar de todo, no sabes lo feliz que me siento...
Ella lo miró mientras sonreía de lado.
—Eres un buen hombre, Tom. —susurró Lilith alzando las cejas.
Él le devolvió la mirada por unos segundos.
—No... —respondió cabizbajo—. No lo soy...
—Anda, Nerdito, no seas modesto. —dijo ella—. Si te quieres sentir mejor contigo mismo, solo date un segundo para compararte conmigo, la gente ama hacerlo...
—¿Qué hay de malo contigo? —inquirió él frunciendo el ceño.
—¿Estás bromeando? —preguntó divertida.
Al ver su gesto, entendió de inmediato que no lo hacía.
Parecía que la observaba con la intención de leerla, pero como quién hojea un libro en griego desconociendo el idioma, resultaba ser un analfabeto.
—Hoy maté a siete hombres, Tom... —habló ella sin apartar la mirada del frente—. Y ayer maté a cuatro... ¿qué opinas de eso?
Él no supo cómo responder a sus palabras.
—Es muy probable que te perturbe y lo comprendo, pero ¿sabes cuál es la peor parte? —preguntó la agente.
Tom la miró intrigado.
—No me importa. —respondió observándolo—. Podría matar a otros once hombres esta noche y dormir tranquila media hora después. —la mujer volvió a fijar la mirada hacia adelante antes de continuar—. Y eso es una mierda, porque significa que soy un ser grotesco, cruel y sin corazón...
—Pero Lilith... —la secundó veloz—. Tú no disparas a niños o a gente inocente... solo respondes en defensa propia, y estos últimos días, también para protegerme...

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La Orden Doce
FanfictionTom Hiddleston, un economista brillante, introvertido pero encantador, es requerido por la CIA para un caso muy importante. Hiddleston es designado como compañero de Lilith Kemp, una agente antisistema y con serios problemas contra la autoridad. Al...