—Nos van a asaltar... —murmuró Tom caminando detrás de la mujer—. Y también nos van a secuestrar... quizás a ti no te hagan nada, pero a mí sí...
—Tú decidiste quedarte, Hiddleston... —habló ella—. Así que es mejor que te calles...
Estaban caminando en medio de los suburbios de Ouarzazate, por el que parecía ser un barrio de bajos recursos. Habían tenido que dejar el jeep algunas cuadras atrás, cuando el camino se volvió imposible de transitar en vehículo.
Seguramente no tomaría demasiado tiempo hasta que el todoterreno fuese desmantelado por algunos vándalos, por lo mismo lo habían dejado vacío, trayendo todas sus cosas con ellos.
—¿Qué buscamos exactamente? —preguntó el inglés.
—Nada. —respondió ella.
Él la miró extrañado.
—¿Nada? —inquirió.
—No estamos buscando nada, al contrario, nos estamos dejando encontrar... —musitó la agente.
Lilith giró su cabeza hacia la derecha, encontrándose con un pequeño callejón, al fondo del cual se veía una puerta de estilo árabe.
—Aquí lo tienes... —habló la mujer mientras se apoyaba en una pared.
Tom se puso junto a ella, mientras miraba hacia todos lados a través de sus anteojos, abrazando sus bolsos con fuerza, tan alerta como una suricata o eso pensó Lilith.
—¿Qué hacemos aquí? —susurró Tom.
De pronto, un hombre salió de la puerta que allí había, mientras hablaba árabe de manera fuerte y amenazadora, para allegarse a ellos y enfrentarlos.
Lilith lo miró inexpresivamente.
—Kif. —dijo ella de brazos cruzados.
El hombre se calmó al escucharla.
—¿Americana quiere kif? —preguntó el marroquí en un inglés muy acentuado.
—Oh, hablas inglés, que maravilla... —dijo ella alzando las cejas.
—Kif, kif. —habló el sujeto sacando una bolsa de su bolsillo.
—¿No me invitas un poco primero? Quiero hacerte una compra grande... —habló Lilith.
El tipo la miró serio por unos segundos, sospechando en silencio de su parar militarizado, pero al mirar a Tom, tan asustado y retraído, terminó por asentir y hacer un gesto con la mano para que lo siguieran.
Los hizo entrar por la puerta del fondo, en donde había una nube de humo por el techo y varios hombres se encontraban fumando en algunos viejos sillones.
—Hachís, mejor calidad de todo Marruecos... —habló el hombre mientras entraban a una habitación que parecía una oficina destartalada—. Pruebe, pruebe...
Sobre la sucia mesa que allí había, puso dos cigarrillos de marihuana.
—Gracias. —dijo ella tomando uno y sacando un mechero de su bolsillo para encenderlo—. ¿Cuál es tu nombre?
El hombre negó con la cabeza mientras Lilith calaba el cigarro.
—Anda, no seas malo, te voy a comprar mil dólares en hierba. —dijo ella sosteniendo el humo del cigarrillo en sus pulmones.
El hombre abrió los ojos de par en par.
—Amin. —dijo tocando su propio pecho—. ¿Tú?
—Nicole. —habló extendiendo su mano hacia él—. Y este es mi amigo, Andrew...

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La Orden Doce
Hayran KurguTom Hiddleston, un economista brillante, introvertido pero encantador, es requerido por la CIA para un caso muy importante. Hiddleston es designado como compañero de Lilith Kemp, una agente antisistema y con serios problemas contra la autoridad. Al...