A eso de las dos de la madrugada emprendieron su viaje a través del desierto, montados en un viejo todoterreno con las ventanas rotas, la carrocería oxidada y los asientos maltratados.
—Rézale a tu dios, Andrew... —habló Lilith acomodando el bolso militar en sus pies—. Rézale para que esta chatarra sobreviva al viaje.
El inglés asintió mientras la miraba con una sonrisa divertida.
Lilith vestía una túnica de color beige y un pañuelo rojo vino que le envolvía la cabeza, dejando libre solo su rostro. Por su lado, Tom, quien estaba sentado junto a ella en el asiento trasero, también traía un hiyab azul en la parte superior de la cabeza, mientras vestía una chilaba del mismo color.
—Te queda bien el estilo marroquí... —susurró Tom observándola de lado.
Ella negó con la cabeza.
—Y te queda tan bien que me dan ganas de cambiarte por algunos camellos... —bromeó el inglés.
Lilith le dio un golpe en el brazo.
—No te hagas el comediante conmigo. —terminó por decir la mujer.
Él solo negó mientras sonreía.
Fue una noche larga para Lilith, quien se mantuvo despierta casi en todo momento, sin encontrarse hábil de dormir, a diferencia de su acompañante británico, quien poco después de comenzar el viaje cayó rendido ante el cansancio.
—Así que... ¿Italia? —Malek habló de repente.
Ella lo miró a través del retrovisor.
—Sí. —respondió la mujer.
—Es un lugar bonito... —comenzó a contar él—. Nunca he ido, pero todos dicen que es genial...
—No es que me importe demasiado, pero no puedo negar que una buena vista siempre levanta el ánimo. —dijo la mujer.
—Eso es cierto... —espetó el hombre—. ¿Sabe hablar italiano? Cuando pidan su pasaporte en el ferri podrían sospechar si no habla en su supuesto idioma natal...
—Sé algunas frases, pero Andrew sabe más. —respondió ella—. Estaremos bien.
Malek asintió con simpleza, mientras Lilith lo miraba profundamente a través del retrovisor.
—Pórtate bien, Malek. —habló ella de sopetón.
—¿Disculpe? —preguntó el marroquí.
—Yo solo digo. —musitó Lilith—. A mí no me gustan las tretas.
Malek soltó una risa.
—Tranquila, están en buenas manos, señorita Nicole. —respondió sonriendo.
Ella asintió, para fijar su mirada a través de la ventana sin cristal y observar el amplio desierto marroquí, que parecía como cubierto por una sábana de estrellas y nebulosas.
Era un cielo tan pulcro y palpable que le resultó irreal.
—Lilith... —escuchó susurrar.
Se giró hacia el lado, viendo a un adormilado Tom que la miraba desorientado.
—Nicole. —lo corrigió en un murmullo.
Malek no lo alcanzó a escuchar por el ruido del jeep, pero debía recordarle a Tom su actual identidad, ya que no podía volver a cometer ese error.
—Claro, lo siento... ¿Qué hora es? —preguntó él.
—Van a ser las cinco y media. —respondió ella.

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La Orden Doce
FanfictionTom Hiddleston, un economista brillante, introvertido pero encantador, es requerido por la CIA para un caso muy importante. Hiddleston es designado como compañero de Lilith Kemp, una agente antisistema y con serios problemas contra la autoridad. Al...