Epílogo (8)

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Kaminari estaba agradecido con Momo, pues ninguno de sus amigos le dejaba marcharse y no sabía qué hacer con sus pensamientos cada que la pelivioleta se cruzaba por su mirada. No sabía para qué necesitaba bajar una mesa más desde la terraza, pero se tomaría el tiempo necesario para bajarla con mucho, mucho cuidado.

Mientras tanto, por las escaleras del lado contrario se encontraban Mina y Jiro. La segunda acompañando a la primera quién dijo que quería sacar algunas fotos de la decoración desde arriba.

–Oye Jiro ¿Te creció el pecho en éstos años? –La pelivioleta se cubrió el gran escote de inmediato sintiéndose intimidada.

–¿De qué se trata esto Mina? Primero me pides que use éste vestido con un escote ridículamente grande y ¿ahora me estás mirando los pechos? –La rosada sonrió y se acercó a su amiga con una sonrisa atemorizante. El vestido era un halter negro con un escote prolongado que llegaba hasta casi el ombligo de la ex modelo, quién pensó que ya estaba acostumbrada a usar ese tipo de ropa, sólo que olvidó que ésta vez no sería para una pasarela.

–Pero lo digo en serio Jiro, cuando estábamos en la academia sólo ocupaban la palma de mi mano, apuesto a que ahora si ocupan mi mano entera. –Kyoka levantó sus extensiones a modo de defensa de inmediato.

–¡Nunca me topaste los pechos cuando estábamos en la academia! –La rosada esquivó los ataques los jacks de su amiga y logró pasar el desmaquillador en el lugar indicado. Un tatuaje no podía borrarse con tanta facilidad, por eso sugirió que usara un vestido que pudiera mostrarlo, pero claro, su amiga tenía que cubrirlo con una buena base. –¡Mina! –No era suficiente, se apartó antes de que pudiera descubrirlo por completo. Necesitaba pensar en algo más.

–¡Lo siento Jiro! ¡No quería activar mi singularidad! –Sacó un potecito de su bolso y le aplicó un poco del ungüento en la zona. –Eso controlará la quemadura, pero deberías ir a lavártelo al baño, hay uno en la terraza, apura Jiro. –la joven miraba sorprendida su pecho, no sentía ningún dolor ni quemazón.

–¿Qué es esto? Parece que es muy efectivo. –La pelivioleta topó la extraña sustancia con la punta de sus dedos, se veía gomosa ¿era aloe vera?

–Oh, es la baba de Tsuyu. –La cara de asco de su amiga no tenía precio. La rosada no pudo evitar reír con ganas mientras extendía un pañuelo para que se limpiara. –En realidad es un producto a base de su baba, Katsuki creó el producto con Tsuyu, les va bien, es muy buena, hasta desvanece cicatrices de quemaduras. –Recordó el plan original y retomó la actuación. –Pero tienes que ir a lavarte, en serio, si mi ácido sigue ahí, puede que te siga quemando la piel, aunque no lo sientas.

–Tal vez, sería mejor así... -Jiro no apartaba el pañuelo de su pecho, sabía que debía estar descubierta para ese momento. La rosada se molestó mucho al escucharla decir eso. La tomó de los hombros y la hizo cruzar la puerta.

–¡Sólo ve a lavarte ya maldita sea! –Cerró la puerta con fuerza y utilizó la llave que le había entregado Momo para asegurarla. –¡Tómate el tiempo que necesites Kyo! ¡Estaré abajo esperando!

La pelivioleta volteó a buscar con la vista el susodicho baño. La terraza era hermosa, todo el suelo estaba cubierto por césped, había un juego de mesas con sombrillas, había plantas alrededor y una vista increíble al cielo abierto. Pero nada de baños, solo un rubio levantando una de las mesas del lugar. Todo cuadró en su cabeza, el que Mina limpiara el maquillaje de su pecho y la llevara hasta la terraza, a esas horas de la noche era obvio que no podría sacar ninguna foto con la cámara de su celular, por más moderno que fuera. Se giró tan pronto como pudo y trató de abrir la puerta, pero claro, estaba cerrada. Sabía que no se abriría, pero no podía dejar de forzar la manija.

My Messy AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora