Por ti, Niño || DaeJae

Pijamada

Capítulo 12

Estoy esperando a que me dejen pasar a la casa de mi padre porque tal y como le dije, aquí estaría con el fin de conseguir permiso para visitar a mi madre.

Abren:

—Joven, el señor Jung lo espera en su despacho, adelante.

La casa está igual de fría y silenciosa que siempre.
Uno de sus hombres abre la puerta dándome paso.

—Ahí está la ropa —habla antes de poder decir al menos un hola—, cambiate y ve a trabajar.

Es un pantalón, botas y una camisa sin mangas.

—Sigue las órdenes del jardinero.

—¿No hay otra cosa que hacer?

—Mañana, pasado y los días que sean necesarios vendrás a ayudar en lo que yo diga, hoy te toca eso.

—¿Y cuándo podré ver a mi madre?

No responde.

Agarro la ropa y salgo de ahí.
No me dejan subir a la que era mi habitación así que me cambio en uno de los baños de abajo.

El trabajo pesado como cargar, usar la pala o estar bajo el sol no me cansa, lo fastidioso es ser delicado con mis movimientos para no maltratar las flores del jardín.

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Y los próximos dos días me mandó a entregar unos papeles aquí y allá como su mensajero.

Es horrible estar al servicio de mi padre, lo único agradable durante el día es hablar con YoungJae por teléfono aunque sea un momento para escucharlo hablar con emoción sobre la sopa que está comiendo.

Hoy, en el cuarto día me tocó limpiar las ventanas de la casa incluyendo las de arriba, solo me estoy arriesgando realizando este tipo de trabajos; sin paga y sin algo seguro.

—Ya terminamos —entro a su despacho sin tocar—. ¿Cuándo veré a mi madre? —jalo la silla que está frente a él y me siento.

—Ven mañana bien vestido, quiero que lleves unos documentos...

—Ya hice todos los putos encargos que me diste, ¡Déjame verla!

—¿Creíste que tan fácil te iba a dejar poner un pie en mi casa luego de haberme robado?

—Ese es otro tema. Estoy aquí para ver a mi madre, no para pagar con trabajo el dinero que agarré porque ese te lo voy a devolver.

—¿Y cómo lo harás si no trabajas?

No puedo decirle que mi amigo va a regresar toda esa cantidad o lo pondré bajo sospecha.

—Bueno, no me sorprendería que para ganar dinero termines prostituyendote como los de tu tipo, que solo sirven para hacer y que les hagan porquerías...

—¡Cállate! —pongo las manos sobre su escritorio y me levanto— ¿Cómo los de mi tipo? —aprieto los dientes reprimiendo todo el enojo que siento—. Tú eres quien ha tenido tres hijos con diferente mujer y eres tú quien se mete con mujeres desconocidas todas las noches ¡Tú eres el asqueroso!

También se pone de pie.

—Si ya no vas a trabajar, entonces lárgate de mi casa.

Los hombres me agarran del brazo.

—¿Es en serio? —suelto una risa burlesca pero que no sostengo por el coraje que me da su cobardía—, ¿De nuevo no te vas a defender solo?

—Saquenlo.